2026 se vislumbra como uno de los años más complejos en la historia reciente. Con 83 conflictos activos en el mundo y un recorte de 60% en programas sociales en países como Estados Unidos, Nigeria, Sudán y Ucrania, la humanidad enfrenta un panorama de incertidumbre y carencias.
La falta de alimentos y oportunidades genera tensiones que repercuten directamente en las relaciones internacionales y en los tratados comerciales.
En este contexto, México debe mirar con atención su relación con Estados Unidos, país que concentra más de 95% de nuestras exportaciones y que, a su vez, depende en igual proporción de las exportaciones mexicanas.
La estabilidad del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) es vital para el futuro económico de nuestra nación. Sin embargo, los desafíos en migración, narcotráfico y seguridad ponen presión sobre la mesa de negociación.
La mediación se convierte en la herramienta indispensable para construir acuerdos.
Consensos
Los conflictos, por naturaleza, surgen de intereses contrapuestos, pero es mediante el diálogo y la búsqueda de objetivos comunes que se logra avanzar. México necesita no solo la participación del gobierno, sino también la de sus empresarios y sociedad civil en un frente unido.
La unidad debe incluir también al campo, pues su voz legitima cualquier acuerdo y refuerza la cohesión nacional.
Sectores estratégicos como la industria automotriz no pueden perder sus cadenas de valor, ya que de ellas depende gran parte de la competitividad mexicana.
Finalmente, la incorporación de empresarios de la industria tecnológica y bancaria, como el licenciado Ricardo Salinas Pliego, permitirá diversificar la representación y asegurar que México negocie desde una posición sólida y moderna.
La mediación, en este escenario, no es una opción, sino una necesidad. Solo mediante la construcción de consensos podremos enfrentar los retos globales y garantizar que el TMEC siga siendo un motor de desarrollo para México en 2026.