“INCREMENTAR LA PARTICIPACIÓN FEMENINA DENTRO DE LA ECONOMÍA”

Martha Mejía
Columnas
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En México la venta directa representa un mercado con ganancias de alrededor de 102 mil millones de pesos y 80% de las personas que se dedican a esta actividad son mujeres.

No obstante, “pensar que este es un trabajo menor en comparación con otros mayormente masculinizados es un tipo de estigmatización”, indica Luz María Lamadrid, socióloga y maestra en Políticas Públicas y Género.

Estas mujeres, puntualiza, “se convierten en empresarias, porque su actividad les proporciona estabilidad económica, les permite desarrollar su potencial y tener un balance en su vida personal y profesional”.

—¿Cuál es el rol actual de las mujeres a nivel económico?

—Existe una brecha enorme en la participación económica de las mujeres respecto de la de los hombres. Por ejemplo, en América Latina ellas participan activamente desde los 15 años con un porcentaje de 50.8, mientras que los hombres lo hacen con 78.5 por ciento.

—¿Por qué es importante visibilizar este tipo de economías?

—Porque se trata de una actividad económica que a diferencia de otros trabajos permite la flexibilidad para cubrir otras actividades. Eso ha permitido que las mujeres puedan ingresar de manera libre en la esfera económica del país, además de que es una actividad que aporta a la economía nacional y mundial. Las cifras son enormes.

—¿Cómo empoderar a las mujeres para que se sumen a la actividad económica?

—La clave es que como sociedad nos demos cuenta de que el trabajo que las mujeres aportan desde su ser mujer es clave; no solo se trata de insertarlas en las economías masculinizadas.

Sumar

—¿Cómo lograr esa igualdad?

—Cabe aclarar que la equidad es el medio para llegar a la igualdad; en este sentido falta mucho trabajo por hacer a nivel político. Entre otras cosas: incentivar políticas públicas para mejorar el acceso de las mujeres al trabajo en condiciones dignas, aumentar la alfabetización (financiera) de las mujeres, mayores oportunidades para ingresar a espacios de trabajo sin discriminación, con plena igualdad, que permitan que ellas puedan entrar con las mismas condiciones que los hombres a los puestos y centros de trabajo; al mismo tiempo, también políticas públicas que abonen a transformar los ambientes laborales en cuestión de flexibilidad; no solo para las mujeres, sino también para los hombres; también una política de cuidados.

—En este sentido, ¿cuál es el aporte de las empresas?

—Vemos que las empresas están tomando en cuenta estas cuestiones que se han demandado desde los movimientos feministas en cuanto a mejorar las oportunidades y las condiciones laborales de las mujeres y aprovechar ese talento que se tiene, y no solo sumarlas como un número más a las cifras, sino realmente conocer sus ideas e impulsarlas en diferentes puestos y rangos. Se necesita tener mucho más liderazgo en las mujeres. Ahí creo que hay un espacio de apertura para que las empresas puedan incidir en cuanto a sumar más voces de mujeres liderando puestos y transformando estas condiciones laborales para todos.

No obstante, concluye Lamadrid, “creo que todavía falta mucho por hacer. Les invito entonces a que sigan sumando esfuerzos. No se van a arrepentir de tener mujeres en estos cargos, sumar más personas, sumar más innovación, más talento, más diversidad: eso siempre impacta en cualquier espacio laboral”.