EN LA PELIGROSA RUTA DE LA POLARIZACIÓN

“No es exagerado afirmar que vivimos la coyuntura más peligrosa de lo que va del siglo XXI”.

Javier Oliva Posada
Columnas
POLARIZACIÓN

La política, como cualquier otra actividad humana, va precedida de la voluntad y el ánimo. Es decir, para expresarlo de forma sencilla y directa: en lo personal, mis acciones van precedidas de una compleja-extraña combinación de razón y emoción. La situación sumada y ampliada de esas condiciones propicia las conductas colectivas, alimentadas por procesos en donde los medios de comunicación, las condiciones existenciales de vida y la posibilidad de realizar los proyectos, completan el escenario de lo que conocemos como prácticas y percepciones sociales.

Hagamos un breve repaso de algunos ambientes y acontecimientos que nos indican, sin lugar a duda, del creciente y peligroso ambiente de polarización que vivimos de unos años a la fecha. Por ejemplo, la animosidad ideológica de algunos presidentes latinoamericanos; la creciente ola antimexicana, xenófoba y racista que predomina en las precampañas electorales en Estados Unidos, con Donald Trump a la cabeza; por supuesto y en un lastimoso lugar preponderante, la invasión de Rusia a Ucrania; el sistemático acecho de China a la isla de Taiwán; las constantes reacciones de rechazo en amplios segmentos de los países de la Unión Europea (UE) a la migración procedente de África y Asia.

Para culminar esta breve lista, las incursiones terroristas de Hamás a territorio de Israel, los días 7 y 8 de octubre, han venido a concentrar la atención mundial de lo que ya es, desde hace años, una marcada tendencia. El agravante de la crueldad exhibida por los perpetradores, así como la contundente reacción por parte de las Fuerzas Armadas de Israel, sumado a la inmediata escalada de tensiones en esa parte del mundo (Líbano, Egipto, Jordania), nos recuerda, por si hacía falta, lo lejos, muy lejos que estamos de lograr una paz aceptable. No dejemos de lado la prolongada y cruenta guerra que se libra en Siria; la crónica inestabilidad —luego de las invasiones encabezadas por Estados Unidos— en Irak y Afganistán; así como los escenarios de golpes de Estado en varios países del África subsahariana, indican el grave riesgo en el que nos encontramos.

Radicalización

Mención especial se debe hacer del clima preelectoral y político que se vive en México, así como las condiciones en general de la Seguridad Pública en la geografía del país. Aquí también observamos una marcada tendencia de radicalización, que hasta el momento ha sido limitada a los ataques, insultos, ironía, que en nada contribuyen a un indispensable debate en nuestra democracia. Es incuestionable que nos encontramos como sociedad inmersos en esa práctica de polarización. En esa condición ¿cómo es posible llamar a la paz y a los acuerdos, en general? La insólita y muy grave agresión a Israel ha dado paso, en mal momento, a expresiones desde nuestro ambiente político y de opinión a una notable radicalización y, por lo tanto, posturas de exclusión. Ambas características son las variables infaltables de primero la violencia verbal.

Es evidente, lógico e incontrovertible, que los acuerdos jamás se pueden alcanzar de forma violenta e impuesta. La acción criminal desatada de forma indiscriminada, planificada y dirigida contra la población israelí es el mejor argumento para perpetuar el longevo conflicto armado. Por el momento, el delicado juego de intereses se ve profundamente afectado y solo queda esperar prudencia de las partes y sus líderes para evitar escenarios de destrucción irreversibles. No es exagerado afirmar que vivimos la coyuntura más peligrosa de lo que va del siglo XXI, producto y consecuencia directa de nuestra polarización. Porque sin duda también es nuestra.