En la Irlanda rural de Acaba con ellos (Bring Them Down) el pasado no ha muerto: está sembrado entre ovejas, desfigurado en cicatrices y arde en la sangre de los hombres. El debut como director de Christopher Andrews es un drama sombrío, de tono casi bíblico, que entreteje tragedia familiar, rivalidades campesinas y violencia reprimida con una precisión que incomoda.
La historia sigue a Michael O’Shea (Christopher Abbott), un pastor marcado por la culpa de un accidente que mató a su madre y dejó herida a su entonces novia Caroline (Nora-Jane Noone), hoy casada con un vecino rival. Lo que comienza con unos carneros perdidos escala, inevitablemente, hacia una espiral de venganza.
Abbott interpreta a Michael con un estoicismo contenido, ocultando tormentas internas que apenas se asoman. Vive con su padre Ray (Colm Meaney), un hombre tan irascible como paralítico, que descarga su amargura sobre su hijo.
El conflicto se intensifica cuando Jack (Barry Keoghan), el hijo adolescente de Caroline, le informa que unos carneros de Michael fueron sacrificados por enfermos; luego, Michael los encuentra vivos y marcados de otra manera, a la venta. La traición reabre heridas antiguas y el padre exige una respuesta brutal: “Tráeme su maldita cabeza”.
La narrativa avanza con una tensión constante, acentuada por una fotografía que abraza la oscuridad del campo irlandés, y un uso del sonido que oscila entre el silencio ominoso y estallidos de violencia visceral.
Andrews no solo cuenta una historia de venganza: explora una masculinidad heredada y dañina, donde los personajes apenas hablan, pero actúan como si su dolor fuera destino.
Las capas del relato se despliegan en flashbacks que reconfiguran lo visto, recordando al cine noir de los cuarenta, y revelan que nadie es plenamente víctima o villano. Lo que parecía una historia unidireccional se vuelve un duelo de miradas cruzadas, donde incluso la inocencia está teñida de sospecha.
Odio
El guion sugiere más de lo que declara. Nunca se menciona explícitamente si Jack es hijo de Michael, ni si Ray sospecha del rol de su hijo en la muerte de su esposa. Pero esas dudas se infiltran en cada gesto, en cada mirada. Caroline, dividida entre el presente y lo que fue, encarna las consecuencias silenciosas de los errores masculinos. Y los carneros mutilados y sacrificados funcionan como símbolo de una pureza perdida, víctimas colaterales de un odio que no distingue ni razón ni especie.
Cuando el clímax llega, Acaba con ellos evita la catarsis épica del western o el thriller de venganza. La violencia se despoja de todo glamour y deja a sus personajes reducidos, casi patéticos, como marionetas arrastradas por el peso de sus linajes y frustraciones.
Andrews entrega así un filme seco, pero penetrante, de esos que buscan dejar una herida latente en el espectador. En su melancolía áspera y su furia contenida hay una verdad que resuena más allá del drama: lo que no se confronta, se repite.
Dónde verla: MUBI.