María Dolores Lolita Blancas es una mujer que convirtió una historia de violencia en un proyecto de vida dedicado a sanar y empoderar a otras.
Fundadora de Casa Gaviota, una organización civil que acompaña a mujeres víctimas de violencia de género, es hoy una voz clave en la visibilización de la violencia vicaria en México.
Superviviente de distintas formas de violencia, ha hecho de su experiencia una herramienta de cambio. Su mensaje es claro: la información y la sororidad son armas poderosas para romper el silencio y recuperar la libertad.
—Por favor, explique qué es la violencia vicaria…
—Es una forma de violencia de género. Se dirige casi siempre hacia las mujeres, especialmente hacia las madres. Y consiste en dañarlas a través de sus hijos, hijas o incluso de seres queridos cercanos, como hermanas, madres o mascotas. Es una manera de control y sometimiento.
El término, recuerda, “surgió en 2012 en España y en México se incorporó a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia hasta 2024. Es una violencia letal porque siempre va en aumento: empieza con manipulación o chantaje y puede escalar hasta el secuestro o asesinato de los hijos”.
—¿Qué obstáculos enfrentan las mujeres para denunciar este tipo de violencia?
—El mayor obstáculo está en la educación que recibimos. Muchas mujeres no pueden imaginar que el padre de sus hijos sea capaz de dañarlos solo para lastimarlas a ellas. Esa incredulidad paraliza. Además, existe una culpa aprendida: si algo pasa con los hijos, sentimos que es nuestra responsabilidad. Todo esto nos impide identificar la violencia o buscar ayuda a tiempo.
—¿Cómo responden la sociedad y el sistema judicial ante este problema?
—Falta mucho por hacer. Aunque el tema se ha visibilizado más, aún hay desconocimiento. Muchas mujeres no saben que están viviendo violencia vicaria. En Casa Gaviota trabajamos todos los días para erradicar la violencia de género y para empoderar a las mujeres a través de la información. Creemos firmemente que la información es poder. Sin embargo, el sistema judicial todavía no responde con la sensibilidad ni la rapidez necesarias.
Pidan ayuda
—¿Cómo nace y qué tipo de apoyo ofrece Casa Gaviota?
—Nació en 2012, a partir de mi propia historia. Soy sobreviviente de múltiples violencias: sicológica, física, sexual y económica. Viví violencia vicaria sin saber que tenía ese nombre. El padre de mis hijos los manipuló hasta hacer que me odiaran. Fue devastador. Pero de ese dolor surgió mi fuerza: entendí que podía transformar mi experiencia en apoyo para otras mujeres.
Agrega Blancas: “La fundamos mi hija Samantha y yo. Ofrecemos atención sicológica y legal con enfoque feminista, así como programas de empoderamiento económico. También tenemos un podcast llamado Posibilidades, porque creemos que cuando una mujer tiene información, puede tomar decisiones y recuperar su vida”.
—¿Qué recomienda a las mujeres que sospechan o viven violencia vicaria?
—Primero, escuchar al cuerpo. Nuestro cuerpo sabe cuando algo está mal. Segundo, no minimizar ninguna forma de violencia, porque siempre crece. Tercero, buscar ayuda profesional: sicólogas y abogadas con perspectiva de género. Y, muy importante, pedir medidas de protección cuando haya riesgo de sustracción de los hijos. La violencia vicaria puede ser el preámbulo de un feminicidio o de un daño irreversible a las infancias.
—Finalmente, ¿cómo pueden contactar a Casa Gaviota?
—Pueden buscarnos en nuestra página casagaviota.org.mx o en todas las redes sociales como Casa Gaviota. Mi mensaje final es que pidan ayuda. Ninguna mujer tiene que vivir sola la violencia. Juntas podemos romper el silencio y convertir el dolor en poder.

