ENTRE LA FALSA VÍCTIMA Y LA IGUALDAD REAL: LA VOZ DE MÓNICA GÜICHO

MÓNICA GÜICHO

En México la igualdad sustantiva todavía enfrenta resistencias profundas. No basta con reconocer la discriminación evidente; muchas veces la desigualdad se esconde en lo cotidiano, en lo que no aparece a simple vista en un expediente, en lo que queda disfrazado bajo argumentos técnicos.

Revelar esa discriminación es el objetivo de la justicia con perspectiva de género, una metodología que permite mirar con nuevos ojos lo que antes se ignoraba.

Así lo explica Mónica Güicho, originaria de Culiacán, Sinaloa, abogada egresada de la Escuela Libre de Derecho de Sinaloa con mención honorífica, maestra en Derecho Público y con estudios doctorales en Derecho Constitucional Económico.

Su carrera ha estado marcada por la administración de justicia y la defensa de los derechos humanos: fue magistrada en el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje y presidenta de su Comisión de Igualdad y Derechos Humanos desde 2015. En 2025 su nombre llegó a sonar en la antesala más alta: fue candidata a ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Para ella la perspectiva de género no es un concepto abstracto: “La justicia con perspectiva de género es un escenario que ha permitido a las mujeres equilibrar la balanza en los tribunales. Sabemos que las mujeres han sido históricamente discriminadas y no fue la excepción también en el marco de la justicia, porque sabemos que esta discriminación del colectivo de mujeres normalmente ocurre oculta y la perspectiva de género es una metodología en el ámbito de impartición de justicia para revelar esa discriminación oculta”, explica.

Precedente

Ese enfoque ha permitido descubrir lo que antes quedaba silenciado. Güicho relata uno de los casos más emblemáticos que le tocó resolver: “Trata de una mujer que fue despedida en estado de embarazo, por un rechazo que le generó en su centro laboral el superior jerárquico y, por consecuencia, también hubo una acción de mobbing (acoso sicológico) laboral. Es cuando colectivamente todo el grupo trata de expulsar del centro de trabajo a una persona por distintas razones. En este caso se trataba de un grupo que rechazaba la inclinación religiosa de esta mujer trabajadora, quien había optado por ejercer la religión musulmana”, explica.

Esta situación, añade, “la puso en peligro a ella y también la vida del producto de su gestación, el bebé, que es un bien jurídico superior a proteger. Este caso emblemático nos permitió discutir esta herramienta de juzgar con perspectiva de género, pero también con una perspectiva de derechos humanos, pues nadie puede ser discriminado por ninguna razón”.

El desenlace sentó un precedente: reinstalación de la trabajadora, pago de salarios caídos y la indemnización de gastos médicos de su hijo durante dos años. Más que una resolución jurídica fue una lección sobre la interseccionalidad: cómo una persona puede ser discriminada por múltiples motivos al mismo tiempo —ser mujer, estar embarazada, pertenecer a una minoría religiosa— y cómo la justicia debe reconocer todas esas dimensiones.

“Me gusta explicarlo a mis alumnos porque demuestra bien qué significa la interseccionalidad: cuando varias causas de discriminación convergen en una sola persona”, puntualiza.

La magistrada insiste en señalar que la igualdad sustantiva es hoy una obligación constitucional. “Claro, efectivamente tenemos varios retos, pero si bien han habido grandes avances incluso a nivel constitucional, la presidenta recientemente impulsó una gran reforma constitucional en el ámbito de la igualdad sustantiva. ¿Y qué es esto? Pues convertir esa igualdad formal en algo más alcanzable, más accesible para las personas en nuestro país. ¿Cuál es el mensaje? Nunca detenerse y no rendirse, porque se ha avanzado mucho, pero estos retos y desafíos implican poner en marcha esta defensa y estos derechos”.

La voz de Mónica Güicho confirma que la perspectiva de género es hoy indispensable en la impartición de justicia. No es un adorno ni un protocolo: es una herramienta que revela discriminaciones invisibles, protege derechos y cambia vidas. Al hacerlo, recuerda que la justicia sin igualdad no es justicia y que el verdadero reto está en construir un país donde ninguna mujer tenga que elegir entre sus derechos y su dignidad.

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