EL PLANETA ESTÁ BIEN

Juan Pablo Delgado
Columnas
PLANETA

El planeta está bien. ¡La gente es la que está jodida!

George Carlin

Bueno, señores, ¡lo logramos! ¡Conseguimos desmadrar al mundo en tiempo récord! Y ahora que estamos superando milagrosamente el verano creo que se ha vuelto evidente que nuestro ecosistema climático global está hecho un desastre. No solo es el calor el que pone a prueba los límites de la supervivencia humana: son también los megaincendios inéditos, las inundaciones anormales, las sequías bíblicas y muchas cosas más.

De acuerdo con la NOAA el mes de junio pasado fue el más caluroso desde 1850, cuando comenzó el registro de la temperatura global. Las primeras dos semanas de julio también fueron las más calurosas desde que existen registros humanos, para cualquier época del año.

A mediados de julio China registró una temperatura histórica de 52º C. En Arizona se superaron los 43 grados por 19 días consecutivos; y en el Valle de la Muerte (California) se registró una temperatura de 53.3º C, casi rompiendo el récord máximo de cualquier temperatura climática registrada en nuestro planeta.

Igual de preocupante fue que en Irán el “índice de calor” (cómo se siente la temperatura en el cuerpo cuando la humedad se combina con la temperatura del aire) alcanzó los 66º C, superando el límite que puede tolerar un humano. O sea, nos estamos cocinando vivos en nuestra propia casa.

Salvarnos

Estas no son anomalías, son una realidad que solo seguirá empeorando. Como bien dijo mi compañera Lucy Bravo (también colaboradora de Vértigo), “puede que este sea el verano menos caluroso del resto de nuestras vidas”.

Pero aquí no acaba la cosa. También podemos ver las consecuencias del cambio climático en vidas humanas. La revista Nature estimó que durante el verano de 2022 hubo cerca de 70 mil muertes excedentes en Europa y de estas un total de 61 mil 672 fueron muertes relacionadas con las altas temperaturas.

El detalle aquí es que esto ya había ocurrido en 2003, cuando una ola de calor recorrió el continente y cobró la vida de 72 mil europeos. En aquel momento esta noticia causó pánico; hoy apenas es una nota al pie en la agenda mediática. Y claro, se espera que este verano veamos cifras similares a las ya citadas, pero como indica el periodista climático del New York Times, David Wallace-Wells, “parece que todos estamos interiorizando esta nueva normalidad”.

Y luego están las enfermedades. Porque de acuerdo con la CDC el calor causó que los casos de enfermedades relacionadas con mosquitos, garrapatas y pulgas se triplicaran en Estados Unidos entre 2004 y 2016. Otras investigaciones indican que más de la mitad de las infecciones por patógenos pueden empeorar con el cambio climático.

Y le podemos seguir con los incendios históricos en Canadá, que causaron un cielo carmín durante días en ciudades como Nueva York. Y están también los incendios en Grecia, que provocaron la mayor evacuación de civiles en la historia de ese país. Y también… ¡Bueno, mejor ahí le paramos!

Miren, no pretendo terminar mi columna con un mensaje moralino o lleno de conmiseración. Lo que busco decirles es que tenemos que aplicar un nuevo enfoque al tema del calentamiento global. ¡Dejemos de hablar de cómo salvar al mundo! ¡Se trata de salvarnos a nosotros!

Pocos lo han planteado mejor que el comediante George Carlin. Lo parafraseo a continuación: el planeta ha existido durante cuatro mil 500 millones de años. Los humanos quizá entre 100 mil y 200 mil años, y solo durante los últimos 200 años hemos tenido una industria pesada. ¿Realmente creemos que somos una amenaza para la Tierra? El planeta ha sobrevivido a cosas mucho peores que nosotros. Ha sobrevivido terremotos, volcanes, tormentas magnéticas, glaciaciones y millones de años de bombardeos de asteroides y meteoritos. ¿Creen que un poco de esmog, unas latas de aluminio y unas bolsas de plástico le harán algo? El planeta Tierra no se irá a ninguna parte… ¡Pero nosotros sí!