LAS DINÁMICAS CIVILES MILITARES EN LA DEMOCRACIA

“Queda fuera de toda duda su aportación al país”.

Javier Oliva Posada
Columnas
Copia de COLUMNAS (1920 × 1080 px)-4.png

Desde luego que el título, para una colaboración como esta, rebasa por mucho la posibilidad y capacidades para profundizar en el tema, pero en una actitud audaz es necesario al menos apuntar algunas variables, que no solo conciernen a las características del sistema político y democracia de México, sino en sentido amplio a las expresiones contemporáneas donde el poder civil y el militar conviven y procesan antagonismos estructurales, coyunturales y emergentes.

Esa ha sido y será la historia en la formulación de medidas (políticas, legales, institucionales, culturales, tecnológicas, entre otras) cuya función sustancial es garantizar en las mejores condiciones la convivencia, la estabilidad y la paz social.

Poco hay que agregar respecto de la intensidad del debate en los ámbitos de la defensa y dimensiones de la seguridad e inteligencia en nuestro país; la polémica ha llegado a niveles internacionales, donde han participado de manera directa la República Popular China y Estados Unidos, así como organismos multilaterales como la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Parlamento Europeo y desde luego áreas determinantes en lo que se refiere a las agendas de las seguridades de nuestro país. Los asuntos se han acumulado.

Pese a resultar reiterativo, me parece que para contar con mejores elementos y, por lo tanto, con antecedentes objetivos, la ubicación física de México en el mapamundi le confiere, como a cualquier otro país, una serie de características propias, pero además de esa obvia afirmación las particularidades se evidencian por cuanto hace a las colindancias terrestres, marítimas, aéreas y espaciales.

Así puede constatarse, por ejemplo, en el escudo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde el inicio y fin de la macroregión geopolítica latinoamericana se da justo en nuestro territorio.

Ahora bien, las implicaciones estructurales, objetivas e inevitables propician la formación y consolidación de instituciones que tienen como misión sustancial, preservar la unidad física de la nación y el Estado, a la vez que con su accionar aporten los baluartes de la paz y el desarrollo. Dichas instituciones no son otras que las Fuerzas Armadas.

Bases

Desde luego que cada etapa, cada generación y coyunturas, imprimen su sello en cuanto a la forma en que se relacionan los ámbitos civiles y militares. Lo que queda fuera de toda duda es que desde 1946, con el primer presidente de la República civil a la fecha (transcurridos 77 años), contando con las crisis y desencuentros históricos, la aportación de las Fuerzas Armadas como secretarías de Estado (Defensa Nacional y Marina-Armada de México) a la democracia del país es patente.

Sin duda que las cíclicas y naturales diferencias en la percepción por parte de diversos sectores de la sociedad y la opinión pública forman parte del entramado que le da sentido y consistencia a la práctica de la democracia.

Es previsible que con el asalto informático llevado a cabo por el colectivo anónimo de Guacamayas sigan dándose a conocer información, documentos y otros testigos cibernéticos de la forma en que se procesan los severos antagonismos que padece nuestro país desde hace décadas.

De ahí que resulte del todo aconsejable realizar un tratamiento de las variables que apuntan hacia la nueva etapa de las reacciones civiles militares, que conforme a las reglas de nuestro sistema político habrán de aplicarse/ajustarse para el siguiente sexenio.

Las bases se están construyendo ahora mismo. Merecen más atención y profundidad en su análisis.