“LAS MUJERES DEBEN PREPARARSE CONTINUAMENTE”

Martha Mejía
Columnas
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Esperanza Martínez Romero, investigadora del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM en Cuernavaca, Morelos, galardonada con el Premio L’Oreal-UNESCO Mujeres en la Ciencia 2020 y con la medalla Mario Molina que otorga el Congreso de la Ciudad de México, platica sobre el papel de las mujeres en el desarrollo de la ciencia en México.

—¿Por qué es importante que las mujeres sean parte de la ciencia?

—La ciencia es como cualquier otra área profesional y las mujeres no tenemos por qué estar excluidas. Originalmente era un área dominada por los hombres, pero poco a poco hemos ido ganando lugares. Todavía falta mucho por hacer, ya que los altos puestos de investigación siguen dominados por hombres. La realidad es que ha habido pocas directoras en muchos institutos y centros de investigación de la UNAM, por ejemplo, pero también es verdad que está cambiando poco a poco la balanza: se da reconocimiento al trabajo de mujeres y estas pueden alcanzar estos lugares que antes ocupaban solamente hombres.

—¿Cuál es la recomendación para las jóvenes que quieren incursionar en la ciencia?

—Que sigan estudiando. La educación es importante para la educación. No puede una llegar de la primaria y decir “quiero que me contraten como investigadora”. No, te piden que tengas doctorado, posdoctorado, un entrenamiento en ciencia… Entonces, si quieren hacer investigación, que sean tenaces, constantes; que cultiven este gusto por el conocimiento, por saber más.

Estrategias

A la investigadora se le considera hoy como una autoridad mundial en el estudio de bacterias fijadoras de nitrógeno asociadas a plantas y cuya utilidad práctica es la biofertilización.

—¿En qué consiste la línea de su investigación?

—Trabajo desde hace 40 años con bacterias que se asocian a plantas y que les permiten crecer mejor sin utilizar fertilizantes químicos nitrogenados. Esto permite no solo ahorros a los campesinos, sino también que se contamine mucho menos el ambiente con productos que promueven la proliferación de otros microorganismos y que matan a peces, por ejemplo. La sustentabilidad solo se puede alcanzar si utilizamos estas bacterias fijadoras de nitrógeno en la agricultura.

—En los últimos meses se han dado apoyos gubernamentales para biofertilizantes. ¿Son suficientes?

—Todavía hay mucho que aprender y no solamente centrarse en ciertos modelos. La fijación de nitrógeno se puede extender a muchas leguminosas y los apoyos que se dan son principalmente al maíz olotón, pero existen leguminosas que son capaces de fijar nitrógeno, que se podrían utilizar en la agricultura y que hay que impulsar también.

—En su opinión ¿cómo está el campo mexicano?

—Está mejorando porque se le está dando mucho apoyo, pero se utilizan muchos agroquímicos y eso a la larga causa daños en la salud humana.

El problema más grave al que se enfrenta el campo, puntualiza Martínez, “son los patógenos: cultivamos más porque las necesidades de alimentos son más y hacemos muchos cultivos de alta densidad, con lo que favorecemos a patógenos que al tener una alta densidad se dan un festín con estas plantas”.

De esta manera, añade, “hemos empezado a ver que un campo de cultivo puede ser devastado por un hongo tipo Fusarium. Estos normalmente aparecían, pero cada vez hay más y más brotes de patógenos. Debemos utilizar diferentes estrategias de biocontrol contra los agroquímicos que están tan arraigados en la mente de los agricultores y que se usan de manera indiscriminada, puesto que muchos de ellos se relacionan con el cáncer. Tenemos un aumento de cáncer infantil impresionante en México y en otros lados”.