LAURA ESQUIVEL

Sergio Pérezgrovas
Columnas
LAURA ESQUIVEL

Pero en ciertos casos es más digno dejarse llevar de un impulso ciego, provocado por un gran amor, que oponerse a él.

Laura Esquivel

Ella nació en Cuauhtémoc, Distrito Federal, en 1950. Hija de un telegrafista y la tercera de cuatro hijos. Su padre, Julio César Esquivel, y su madre, Josefa Valdés. Me refiero a mi querida amiga Laura Esquivel, escritora, guionista y actualmente política mexicana.

Saltó a la fama con su obra Como agua para chocolate, donde los personajes principales son la comida, la historia de su familia en el norte del país y algunas costumbres de la época revolucionaria. Escrita bajo el feminismo y el realismo mágico.

Laura tenía una amiga astróloga y vidente, Giovanna, quien le hizo su carta astral y le sugirió que escribiera la novela; también le dijo que sería un éxito mundial. Ella, un poco incrédula, comenzó a escribir su historia y cuál sería su sorpresa que para 1989 fue un éxito inmediato: la obra se ha traducido a más de 30 idiomas e incluída en la lista de los 100 mayores éxitos de la literatura latinoamericana.

Para 1992 Alfonso Arau, quien era su marido (y muy mal pagador), llevó a la pantalla grande el escrito, obteniendo diez premios Ariel. También hicieron una puesta en escena en España y este año tuvo la adaptación en ballet de la mano de la Compañía American Ballet Theatre de Nueva York.

Los capítulos de todo el texto son recetas reales (y muy sabrosas) utilizadas en la familia Garza; vienen las fórmulas completas, que se intercalan dentro de la novela; hay doce que además se basan en los doce meses del año.

Es la historia de Tita y Pedro, un amor imposible a causa de una de las tradiciones de aquella época más absurdas: consistía en que la hija menor (Tita) no se podía casar hasta que la madre (Mamá Elena) muriera, porque era ella quien la tenía que cuidar.

Lo más curioso del caso de este singular libro es que Giovanna le dijo a Laura que debía tener una presentación con el libro en una determinada fecha; su editor, quien por cierto es nuestro querido Director General, Jaime Aljure, en esa época era editor y fue el encargado de publicar la obra de Laura. Ella le dijo que necesitaba tener el libro impreso para la fecha solicitada, pues le comentó que si no lo hacían así, según Guiovanna, la novela no tendría el éxito deseado. Ante esta situación Jaime imprimió unos cuantos libros para poder cumplir con la petición e hicieron la presentación; sacaron 500 libros en edición cartoné y dos mil 500 en pasta blanda, con la portada de Joy Laville. La presentación fue en el Convento de Churubusco.

En menos de un mes todos los libros de esa primera edición estaban agotados.

La carta (2)

El hombre no hablaba nada, solo balbuceaba una frase que Tris no alcanzó a entender. La piel era ceniza, de un color verdoso, y el aspecto en general era como el de un ser de otro mundo. Los ojos eran completamente negros, así que no se distinguía el iris de la córnea.

Cuando Tris rompió el candado y liberó al hombre, este alcanzó a dar las gracias con un pequeño movimiento de la cabeza y salió corriendo de la casa.

Tris lo trató de alcanzar, pero el tipo corría como maratonista africano que va por un pan. No lo pudo alcanzar, así que se subió a su coche y de esta manera fue como pudo llegar a él; lo subió al auto; ya en el interior el hombre lo veía fijamente. Tris entendió que el hombre quería llegar a un lugar, así que lo llevó allá por Topilejo; nunca habló una sola palabra con él y, sin embargo, le entendió todo; nunca supo cómo pudo comunicarse con él, pues no hablaba. Al llegar a un cerro el hombre bajó del carro y desapareció entre los arbustos. Tris escuchó un ruido muy extraño; no era de un motor, era un sonido metálico.

Al final regresó a la casa de la colonia Del Valle y atrapó a la mujer. Lo primero que hizo fue encerrarla en el calabozo. Ahí la dejó un par de días. Le ponía agua y una bandeja para que fuera al baño. Ocasionalmente pasaba por la casa y le dejaba algo de comer, hasta que un buen día ella le confesó:

—Él es un ser de otro mundo que vino a la Tierra a robarnos; yo lo atrapé porque se descuidó; no lo podía dejar escapar, pero ahora, por su culpa, policía de mierda, este ser quién sabe qué andará haciendo.

Al final, como no había un crimen que resolver, Tris soltó a la mujer y regresó a su trabajo.