LIBROS POLÍTICOS

“Pretensiones de heroísmo dramático”.

Sergio Sarmiento
Columnas
LIBROS DE TEXTO

Si bien el gobierno ha hecho un gran esfuerzo por ocultar los contenidos de los nuevos libros de texto de primaria, al grado de reservar por cinco años toda la información en torno de ellos, los pocos detalles que han surgido generan preocupación.

Es absurdo, por supuesto, preparar estos libros en secreto. Si algún proceso de producción debe hacerse con absoluta transparencia es el de los textos que serán obligatorios en todas las escuelas. La misma ley prevé que deben basarse en planes de estudio y debatirse en consultas con especialistas y la sociedad. Nada de eso se hizo. Se violó la ley y por eso se han otorgado suspensiones contra la distribución de los textos.

Los fragmentos de los libros que se han dado a conocer revelan un trabajo muy deficiente. La redacción no está hecha para ser comprendida por niños de primaria; tienen errores de gramática y de datos, así como una mala técnica pedagógica; no presentan un conocimiento ordenado y sistemático; reducen de manera muy importante el contenido dedicado a las ciencias exactas, especialmente las matemáticas, mientras amplían los temas de historia y ciencias sociales, pero con una visión marxista.

En la visión de estos libros las empresas son explotadoras, mientras que el individuo no es importante, sino la colectividad.

No debe sorprendernos. El arquitecto de estos textos es Marx Arriaga, director de materiales educativos en la SEP, quien lleva la inclinación ideológica en su nombre. En lugar de responder los cuestionamientos a los libros con razonamientos pedagógicos, el 2 de agosto contestó en redes sociales con un mensaje que destacaba una imagen del guerrillero Genaro Vázquez y el lema “Lograr la liberación de México y una patria nueva o morir por ella”.

Autoritario

Arriaga argumentaba: “El tema del libro de texto ocupó ayer once primeras planas, amenazaron nueve años de prisión. Por la NEM (Nueva Escuela Mexicana), por los libros, por la reivindicación del maestro, no doy nueve años; doy la vida. Vengan por ella, pero eso sí, no me van a encontrar arrodillado… ¡Me encontrarán trabajando!”

Esta defensa con pretensiones de heroísmo dramático subraya que el propósito de la NEM, nombre que Arriaga le ha puesto a su proyecto de reforma educativa, es político y no académico. Busca educar a una generación de luchadores sociales, como Genaro Vázquez, quien de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapan pasó a convertirse en un revolucionario.

Pero México no necesita una revolución marxista, que establezca un sistema político autoritario que ya fracasó en todo el mundo, sino una mejora significativa en las habilidades de los alumnos para ser productivos en un mundo de inevitable competencia.

Esto es lo que rechazan Marx y sus colaboradores. En Un libro sin recetas para la maestra y el maestro, Fase 3, hecho para acompañar la reforma educativa del régimen, la nueva SEP argumenta que el sistema de libre mercado es una forma de explotación. Incluso el individuo que se esfuerza más para salir adelante está cayendo en una perversión del mercado: “El exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación”.

Marx Arriaga busca utilizar los libros de texto para impulsar un cambio de régimen que el Estado mexicano, con toda su diversidad, no tiene por qué favorecer con recursos públicos. Mientras tanto, los nuevos libros descuidan o descartan las habilidades que la educación pública debe dar a los menores para ser más competitivos y permitirles darse a sí mismos un mejor nivel de vida.