LOS MUCHOS MUROS FRONTERIZOS

Lucy Bravo
Columnas
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Durante los últimos tres años la única respuesta de la Casa Blanca a la crisis migratoria que enfrenta Estados Unidos ha sido “revertir las políticas de la era Trump”. Sin embargo, para muchos la frontera luce más como el muro que tanto soñó Trump que otra cosa.

El famoso Título 42 instaurado por el presidente republicano permitió a EU expulsar en masa a los migrantes que buscan asilo bajo pretexto de una crisis de salud pública. Sí, la pandemia se convirtió en la excusa perfecta para ignorar la bomba de tiempo en que se ha convertido la frontera norte de México.

Al parecer, a los funcionarios no les ha llegado el memo de que ninguna de las políticas implementadas desde la comodidad de un escritorio ha impedido que millones sigan buscando el mal llamado sueño americano.

Aquellos que huyen de países devastados por la violencia o regímenes autoritarios están dispuestos a enfrentarse al hambre, a La Bestia, al desierto y al Río Bravo sin importar las consecuencias. Y continuarán haciéndolo incluso después del Título 42.

Pero más tardó en secarse la tinta del punto final de esta política que la llegada de una nueva: el Título 8. Y para sorpresa de nadie, solo es más de lo mismo. De hecho, el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos señala que con el Título 8 “una persona que es expulsada está sujeta a una prohibición de admisión a Estados Unidos de al menos cinco años y puede enfrentar un proceso penal por cualquier intento posterior de cruzar la frontera ilegalmente. Las personas con órdenes finales de remoción serán removidas”.

Es decir, la política de la administración Biden se basa en el mismo principio que busca asustar a los migrantes para que no lleguen a la frontera, en lugar de abordar las causas de la migración. Tampoco reconocen que la economía estadunidense ha dependido durante décadas de mano de obra barata de inmigrantes indocumentados.

Solicitud de asilo

Una y otra vez los gobiernos, tanto demócratas como republicanos, han fracasado en ofrecer a los inmigrantes opciones legales para trabajar en EU y las condiciones en los países de origen que orillan a miles de personas a migrar no han mejorado. Se trata del círculo vicioso perfecto en el que están de por medio vidas humanas.

Las cada vez más limitadas opciones para solicitar asilo han resultado en decenas de miles de migrantes varados en el lado mexicano de la frontera. Y a esto hay que sumarle un nuevo muro: el tecnológico. A los migrantes ahora se les pide solicitar asilo únicamente a través de la aplicación CBP One; la cual ha registrado graves problemas operativos, provocando que las personas pasen semanas tratando de sacar una cita.

A su vez, Estados Unidos anunció la creación de centros de procesamiento de asilo en países como Colombia y Guatemala, pero aún no tienen fecha de implementación.

Los migrantes pueden solicitar asilo desde sus países de origen siempre y cuando puedan contar con residentes en EU que los patrocinen. Y si deciden hacerlo desde la frontera, tendrán que demostrar que han solicitado asilo en otro país de tránsito y que fueron rechazados. Quienes lleguen sin utilizar ninguna de estas opciones simplemente serán deportados a su lugar de origen.

El sistema migratorio estadunidense ha estado roto durante años debido a un Congreso disfuncional y profundamente dividido. Pero eso no exime a los gobiernos de los países con mayores flujos migratorios de su responsabilidad. Todos le han fallado a los migrantes y, al parecer, esa es la única política que no cambia.