En México la justicia con perspectiva de género no puede seguir siendo un adorno discursivo. Para Luz María Zarza, licenciada por la Universidad Autónoma del Estado de México, maestra y doctora en Derecho por la UNAM, exmagistrada del Tribunal Electoral del Edomex, primera consejera jurídica del gobierno mexiquense y primera directora jurídica de Pemex (2019-2024), la clave está en nombrar lo evidente y actuar en consecuencia.
“Necesitamos seguir insistiendo en que se entienda claramente qué es la perspectiva de género”, afirma.
Su definición no admite rodeos: “La perspectiva de género no es igualdad, más bien es exactamente lo contrario: es darles facilidades, derechos, ventajas a las mujeres, esa es la perspectiva de género”.
Y lleva el concepto a la práctica cotidiana: “Si veo a una mujer y le voy a ayudar en algo, la voy a beneficiar, la voy a tratar distinto. Por ejemplo, si vas a contratar a alguien, lo ideal es que haya requisitos para hombres y requisitos para mujeres. Si a un hombre le vas a pedir cinco años de experiencia, a una mujer le vas a pedir tres; si le vas a pedir doctorado al hombre, a la mujer le vas a pedir maestría o licenciatura. Eso se llama discriminación positiva, para equilibrar la negativa que existe”, explica.
Zarza también pone el acento en el factor cultural dentro de las instituciones: “Es importantísimo entender qué es la perspectiva de género y que no nos dé pena, sobre todo a las mujeres, exigirla o aplicarla. A veces somos jefas y no queremos hacer eso; me da pena como jefa o como titular de un área empezar a aplicar esas medidas y entonces me voy por el tema de la igualdad. Y de eso no se trata”.
Abrir brecha ha tenido costos. “Me considero afortunada por haber sido la primera consejera jurídica del gobierno del Estado de México, la primera directora jurídica de Pemex. No es nada fácil llegar a un espacio masculino, con reglas masculinas, con compañeros no mal intencionados, pero quienes por el factor cultural no visualizan la diferencia de la mujer”.
Y cuenta una escena que lo resume todo: “Me acuerdo una vez que tuve una reunión muy importante con mi jefe, en una salita, atendiendo temas muy importantes. Yo realmente me sentía como ‘ya llegué al primer círculo y estamos viendo temas que le van a resolver problemáticas a la sociedad’. En eso tuvimos que subir a ver unos documentos y era una escalera de caracol; yo llevaba faldita, tacones; y a la hora de subir escuché que mi jefe dijo: ‘No me había dado cuenta qué incómoda es esta escalera’. Simboliza la escalera muchas prácticas que son muy fáciles para ellos y a nosotras nos complican absolutamente todo”.La industria del petróleo como territorio masculinizado también exhibe la urgencia del cambio. “Cuando llegué había 6% de mujeres. Todo está diseñado para ellos, los trajes son enormes. Yo siempre decía, ‘¿no tiene algo más femenino?’ El ambiente se siente a veces vulnerado o invadido y eso genera hasta cierta violencia. Alguna vez me tocó desafortunadamente conocer una denuncia donde incluso grababan a las mujeres cuando estaban bañándose. Tenían años haciéndolo. Son cosas desde chuscas y chiquitas hasta muy graves, que se han ido tolerando y no se denuncian porque hay miedo, porque hay amenazas”, asevera.
Desde el Estado de México, fue impulsora de un parteaguas: la alerta de género. “Fue un tema que tenía años posponiéndose. Siempre digo que soy abogada, soy doctora en Derecho, no concibo nada fuera de lo jurídico; cuando algo está fuera de lo jurídico, es ilegal. Lo político y lo jurídico van de la mano, son dos caras de una moneda. No se puede posponer el reconocimiento de una problemática. La alerta no es un tache ni una etiqueta: es una medida de emergencia con presupuesto y con acompañamiento para que haya una actividad de gobierno, para empezar a resolver una situación que desafortunadamente hasta el día de hoy continúa”.Su llamado a jóvenes y niñas es directo y urgente: “Hay tiempos mejores. Tenemos una presidenta, pero necesitamos unirnos todas y cada quien en sus espacios hacer lo que les corresponde. Las jovencitas tienen que denunciar, tienen que activar todas estas instituciones, buscar a las mujeres que están en cargos públicos, que estamos en la academia, para seguir haciendo esta red y logremos verdaderos cambios”.
La justicia con perspectiva de género, dice y practica, no es igualdad abstracta: es corrección concreta frente a desventajas históricas. O se aplica “tratando distinto para equilibrar lo desigual” o la igualdad sustantiva seguirá siendo una promesa vacía.