INSTANCIA GRATIFICANTE

“Maximizar la felicidad y el bienestar cotidianos”.

Daniela Suárez
Columnas
FELICIDAD

La felicidad es una estación de parada en el camino entre lo demasiado y lo muy poco.

Channing Pollock

Muchas veces las decisiones que tomamos se basan en la felicidad que obtenemos. Es decir, hacemos decisiones con base en los resultados que estas nos darán y evaluamos qué nos haría más felices.

Por ejemplo, hay personas que prefieren una gratificación instantánea y hay quienes confían más en un proceso largo para obtener los resultados que desean. Los que prefieren disfrutar del momento quizá se sientan más inclinados a darse ese pequeño capricho que no contribuye a un objetivo a largo plazo, mientras que a los que prefieren retrasar la gratificación les resulta más fácil negarse algo en el momento presente.

Pensando en esto, un nuevo estudio realizado por académicos en Estados Unidos y Australia encontró que nuestras decisiones sobre la felicidad influencian nuestras acciones. La investigación publicada en el diario Emotion sugiere que pensar en la felicidad de manera flexible y cambiar nuestro comportamiento en diferentes contextos podría resultar en beneficios de bienestar de manera significativa.

Para llegar a estas conclusiones los expertos reclutaron a casi 300 estudiantes para que evaluaran un objetivo importante, pero para llegar a este ellos debían hacer sacrificios. Los investigadores les preguntaron qué tanto estaban de acuerdo con frases como “vale la pena sacrificarse ahora por la felicidad en el futuro” o “creo en trabajar duro ahora para alcanzar la felicidad en el futuro, aunque eso signifique perderme momentos divertidos”.

Rasgos

Para evaluar sus sentimientos en torno de vivir el momento los investigadores también observaron hasta qué punto estaban de acuerdo con afirmaciones como “quiero aprovechar el momento y disfrutar de la vida todo lo posible”. Analizaron las respuestas conforme al tiempo y el esfuerzo que cada participante invertía a la semana para llegar a los resultados y lo compararon con el tiempo que invertían en hacer cosas divertidas. A la vez, evaluaron lo felices que esperaban sentirse cuando alcanzaran su objetivo y lo arrepentidos que se sentían cuando ignoraban su objetivo en favor de actividades divertidas.

También se realizaron evaluaciones que medían la perseverancia y la pasión por los objetivos a largo plazo, el autocontrol, la atención plena, la gratificación retardada y rasgos de la personalidad de los estudiantes.

Los resultados sugirieron que quienes se sentían más conectados con la idea de retrasar la felicidad dedicaban más tiempo a perseguir objetivos y se sentían más ansiosos y arrepentidos cuando participaban en actividades no centradas en sus objetivos. Los que creían en vivir el momento, como era de esperar, realizaban actividades más divertidas y experimentaban un mayor bienestar en forma de sentimientos de competencia, significado, propósito, relaciones y optimismo.

Un segundo estudio replicó estos resultados en una muestra de mayor edad, sugiriendo además que la felicidad retardada puede dar cabida a un mayor bienestar, ya que las personas persiguen objetivos que contribuyen a un sentido y propósito más profundo en sus vidas.

Lora Park, la autora principal del estudio, concluyó que “la felicidad suele verse como algo que se disfruta ahora o más adelante, pero nuestra investigación sugiere que hay costos y beneficios en ambos casos, y que estas creencias también son maleables. Simplemente ser consciente de estas diferentes creencias sobre la felicidad —y de que uno puede ser flexible en estas creencias— es algo a tener en cuenta para maximizar la felicidad y el bienestar en la vida cotidiana”.

¿Y tú eres de los que buscan una instancia gratificante o prefieres planificar para largo plazo?