En México la igualdad sustantiva sigue siendo un horizonte por alcanzar. No basta con que esté escrita en la ley: debe vivirse en la realidad de todos los días. Eso implica reconocer las asimetrías de poder que históricamente han limitado a mujeres y hombres para tener las mismas oportunidades y, con ello, alcanzar los mismos sueños.
La justicia con perspectiva de género se convierte entonces en un método indispensable para mirar lo que por años permaneció invisible.
Ese compromiso lo encarna la magistrada Mayra González Solís, originaria de Xalapa, Veracruz, con más de 30 años de trayectoria en el Poder Judicial de la Federación, 25 de ellos como juzgadora federal.
Su carrera la ha llevado a recorrer el país, desde Veracruz hasta la Península de Yucatán, impartiendo justicia en juzgados y tribunales de toda la República.
Con formación en Derecho, Filosofía, Derechos Humanos y también en Sicología con maestría en Neurosicología Clínica, su vida profesional ha estado marcada por la ética judicial, la argumentación jurídica y la defensa de los derechos humanos, especialmente de los grupos vulnerables.
“Desde que pisé por primera vez un juzgado federal supe que ahí era donde yo quería desarrollar todos mis talentos”, recuerda. Al inicio, confiesa, entró a la Facultad de Derecho pensando de forma quijotesca: “Vamos a derrumbar estos molinos de viento e implantar la justicia en todo el mundo”. Muy pronto entendió la dificultad de llevar esos ideales a la práctica, pero también la importancia de mantenerse firme en el propósito: “La justicia tiene mucho que dar, mucho qué hacer, y creo que necesitamos estar comprometidos todos y todas con ella”.
Romper el silencio
El camino no fue sencillo. González enfrentó lo que llama “un doble hándicap porque, por un lado, era mujer; y, por otro, era muy joven”. Esa interseccionalidad la obligó a demostrar su capacidad constantemente: “Había que trabajar el doble, demostrar el triple, y eso era un poco difícil; pero creo que muchas mujeres de esa época somos las que pudimos abrir este espacio para que hoy transiten nuestras compañeras, nuestras hermanas”.
Entre sus casos más complejos destaca aquellos relacionados con mujeres que enfrentaron violencias sistemáticas. En ellos la perspectiva de género permitió dictar sentencias más justas y humanas, reconociendo los contextos de opresión en que habían vivido. “No justificamos la violencia, pero sí buscamos una justicia restaurativa que tome en cuenta la realidad de las víctimas”, afirma.
Su compromiso se extiende también al sistema de cuidados, tema que ha impulsado desde la justicia. González recuerda que sin cuidados no hay sociedad: todos, en algún momento, hemos cuidado y hemos sido cuidados. Retoma la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en el amparo directo 6/2023, que reconoce el derecho humano al cuidado en sus tres dimensiones: recibirlo, ejercerlo y el autocuidado. Y subraya un dato revelador: una cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB) de México depende de esa labor invisible que realizan, en su mayoría, las mujeres.
En un país donde cada día son asesinadas once mujeres, su mensaje es contundente: “Lo primero es la denuncia, lo primero es romper el silencio y que sepan precisamente que es un derecho la vida libre de violencia”.
Mayra González Solís concluye con un mensaje claro: “Les envío a todos un mensaje de esperanza; decirles que hay muchas personas como yo que trabajamos cada día por la justicia, así como se hacen los cuidados: de forma discreta, invisible, pero que trastoca la vida de cada uno de ustedes”.