MÉXICO VISTO DESDE EL EXTERIOR

“Pareciera que hablamos de dos países diferentes”.

Javier Oliva Posada
Columnas
MÉXICO

La discusión interna, con frecuencia, en nuestra opinión pública y como sucede en otros casos suele concentrar la argumentación en la problemática doméstica con datos, estadísticas, determinados acontecimientos, la aplicación de la ley y, por supuesto, la capacidad de las autoridades para hacer valer los principios y valores de la democracia.

Sin embargo, un elemento poco considerado e incluso con frecuencia menospreciado son las valoraciones que desde el exterior se hacen respecto de la marcha, en este caso, de México.

Por ejemplo, las alertas migratorias, los avisos de gobiernos como el británico para advertir de los riesgos de visitar ciertas partes de nuestra geografía, la cancelación de viajes grupales e incluso cruceros turísticos, se suman a indicadores a todas luces positivos como la marca histórica anualizada de las inversiones de España en México; la sustancial inversión de Tesla en Nuevo León; así como el notable repunte de la exportación de automóviles para alcanzar, de acuerdo a las cifras internacionales, los números previos a la pandemia.

En una primera instancia, y con razón, pareciera que hablamos de dos países diferentes o de dos dinámicas que atienden a factores contrastantes. Es decir, que mientras se vive la tiranía del agobio de las actividades del crimen organizado en sus más diversas manifestaciones, todas ellas corrosivas y antisociales, al mismo tiempo se dan las condiciones para que las inversiones extranjeras (siempre tan sensibles a los indicadores de seguridad pública y aplicación de las leyes) se encuentren en niveles no vistos desde hace varios años.

Visto de lejos, si nos remitimos a los lugares comunes de las ideologías, es lo más cercano a las tesis neoliberales que tanto han sido criticadas en nuestro debate.

Ambiente

La proximidad de las elecciones donde, por ejemplo, de 32 entidades que integran la geografía política de México 31 renovarán sus Congresos locales, además de los cientos de cargos en disputa, incluyendo nueve gubernaturas, el Congreso de la Unión y por supuesto la Presidencia de la República, los municipios y cabildos, genera planteamientos específicos respecto de las condiciones de paz y seguridad pública.

Por infortunio, cada semana somos testigos a veces insensibles respecto de alguna verdadera tragedia. Esa seria condición se esparce en la sociedad y amplios círculos de opinión a nivel local, abonando a una profunda —¿acaso insalvable?— polarización.

Pero también se proyecta hacia el exterior, donde abundan los reportajes de investigación, entrevistas y posicionamientos de gobiernos respecto de la gravedad de la situación social que vivimos. Planteamientos, dentro y fuera de México, que ya escucharemos y leeremos en los contenidos generales de las plataformas electorales.

Es muy probable que las propuestas radicales para recuperar la seguridad pública en varias partes del país, así como en general la administración e impartición de justicia, serán objeto de atención prioritaria dentro y fuera de México. Y esto último debe tenerse muy presente.