MÉXICO EN LA AGENDA DE SEGURIDAD NACIONAL (Y ELECTORAL DE EU)

“El gobierno mexicano requerirá de capacidad de negociación y conciliación”.

Javier Oliva Posada
Columnas
MÉXICO-EU AGENDA DE SEGURIDAD NACIONAL

Como cada doce años, los procesos electorales presidenciales y de congresos coinciden entre México y Estados Unidos. Hoy es uno de esos. También, desde su primera campaña por la Casa Blanca, Donald Trump, utilizó a México como un tema y campo de debate político-ideológico, que a la fecha, es probable, se convierta en el principal punto de contrastación entre los partidos Republicano y Demócrata, así como de los diversos grupos de poder mediático, académico, empresariales e incluso, religiosos. El tema México es muy atractivo.

Se pueden discutir temas como: narcotráfico, violencia transfronteriza, comercio, migración forzada, intervenciones militares, contaminación y medio ambiente, tráfico de armas, entre otros no menos polémicos. El serio problema que entraña esa grave tendencia (y es grave para los dos países) es que se va fortaleciendo una corriente ideológica, basada en la xenofobia y el racismo en contra de lo mexicano, hasta el punto que, como sucede ahora, con cierta frecuencia se traten en el Poder Legislativo de los Estados Unidos asuntos que trastocan la soberanía e independencia de México sin el mayor recato y pudor.

Luego de la muy importante visita de los jefes de los departamentos de Estado, de Seguridad de la Patria y de Justicia, así como de la consejera para Asuntos de Seguridad Nacional de la Casa Blanca los días 4 y 5 de este mes, la percepción de algunos desencuentros e incluso diferencias plantea un probable cierre de administraciones Joseph Biden-Andrés Manuel López Obrador, con notables contrastes. Condicionados en primer lugar, por las recíprocas políticas de confrontación y contención al tráfico y consumo de drogas, pero también, y en segundo lugar, por la indudable influencia que ejercen los ambientes electorales en ambos países. El gran reto radica en las capacidades y talentos de ambos gobiernos, para sobrepasar la coyuntura de las urnas y así preservar los intereses estructurales de las dos naciones.

Inconveniente confrontación

La seducción de la inmediatez, la propensión a la grandilocuencia y las descalificaciones, tan propias del ala radical del Partido Republicano, pueden con facilidad contaminar a las alas y bases moderadas y conservadoras del Partido Demócrata; del lado mexicano puede suceder otro tanto, que frente a las andanadas de insultos y descalificaciones proferidas desde el Capitolio se repliquen con no menos vehemencia ataques que en su conjunto llevarán a la polarización y, por lo tanto, a debilitar las opciones de futuros –pero cercanos e indispensables– acercamientos. Por eso la dinámica y resultados de las reuniones en Palacio Nacional, así como las posteriores reuniones de trabajo y conferencias de prensa, deben ser analizadas con mesura. No se trata, de ninguna manera, de llegar a conclusiones de quién “ganó” o quién “perdió”: esa visión, además de inútil, abona la ruta de la inconveniente confrontación.

Lo que sí es previsible y de hecho se verá en la semana que comienza es la crispación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, para señalar –si es que había dudas, tendrá continuidad rumbo al final de sexenio–, que junto con el volátil y peligroso ambiente internacional, el gobierno mexicano requerirá de mucha capacidad de negociación y conciliación. Es determinante considerar y adicionar como una variable de primer orden el conflicto armado entre Israel y Hamás, que como apunté en la entrega anterior, se inscribe una amplia tendencia mundial de polarización e indisposición al diálogo.