SIN ALTERNANCIA

Alternancia política
Columnas
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México vivió el pasado cuarto de siglo en una democracia imperfecta, como todas, pero que cumplía con el requisito fundamental de una verdadera democracia: alternancia de partidos en el poder.

La alternancia, efectivamente, es la prueba de fuego de la democracia. Sin alternancia, la democracia no puede existir. El PRI del siglo XX afirmaba que México era un país democrático porque había elecciones, pero el pueblo sabio siempre elegía a los candidatos del PRI.

Cuba ha tenido elecciones desde que empezó su dictadura en 1959, pero nunca alternancia. Venezuela no ha conocido la alternancia desde que Hugo Chávez fue electo presidente en 1998; su sucesor, Nicolás Maduro, perdió por amplio margen la elección de 2024, pero la autoridad electoral y el Tribunal Supremo lo declararon ganador, de manera que el país sigue sin alternancia.

En México las reformas de los noventa cambiaron las reglas del juego. Hicieron posible que el PRI perdiera por primera vez la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados en 1997. En 2000 el PRI reconoció por primera vez una derrota en una elección presidencial y el 1 de diciembre México vivió la primera transición política pacífica en su historia.

Entre 2000 y 2018 más de 60% de las elecciones en México —municipales, estatales y federales— resultaron en triunfos de la oposición. La alternancia había pasado de ser una rareza a una realidad cotidiana. La elección de Andrés Manuel López Obrador y Morena, sin embargo, cambió la tendencia. A partir de 2019 los triunfos de la oposición se fueron haciendo cada vez más inusuales. La alternancia casi ha desaparecido.

Modelos

Ante una oposición sin imaginación ni comunicación con los electores, López Obrador fue capturando espacios de poder. Cambió diputados plurinominales de un partido a otro para darse más posiciones. Violó las leyes para asegurarse mayorías calificadas que no correspondían al voto de los ciudadanos. Incumplió la Constitución para no permitir el nombramiento de nuevos magistrados electorales, con el fin de mantener una mayoría artificial en la Sala Superior del Tribunal Electoral. Esa mayoría votó siempre por las posiciones del gobierno.

En 2025, ya bajo Claudia Sheinbaum, se hizo una reforma judicial. Los jueces de carrera están siendo reemplazados con otros surgidos de una elección manipulada por el gobierno. A los candidatos nadie los conocía. Hubo una participación de solo 13%, pero 30% de quienes sí se presentaron anularon sus votos o dejaron recuadros de votación en blanco y 10% que definió los resultados lo hizo con una ilegal inducción del voto por “acordeones”, listas de candidatos que el gobierno quería que fueran electos.

La presidenta dijo después de la elección judicial que México era ya “el país más democrático sobre la faz de la Tierra”, pero la mayoría de los observadores y juristas nacionales e internacionales advirtieron que se había registrado un retroceso enorme.

Sin embargo, ni siquiera esto ha sido suficiente. La presidenta lanzó ahora una convocatoria para establecer un nuevo sistema electoral. Para la Comisión Presidencial para definir la reforma solo nombró a miembros de su gobierno.

Dice la presidenta que quiere quitar los legisladores plurinominales, pero son los que han permitido una representación de las minorías. Impulsa a México a imitar los modelos autoritarios de Cuba y Venezuela, que tienen elecciones, pero sin alternancia en el poder.

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