MINISTRA O EMPLEADA

“No tienen ningún brillo propio como juristas”.

Sergio Sarmiento
Columnas
¿MINISTRA O EMPLEADA?

Esta vez el presidente López Obrador no hizo siquiera un intento por simular equidad u objetividad. La terna de candidatas al puesto que ocupaba el ministro Arturo Zaldívar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) es abiertamente partidista. Las tres son militantes o simpatizantes de Morena, las tres se han distinguido por ser incondicionales a AMLO. El presidente no quiere una nueva ministra sino una nueva subordinada.

La lista la encabeza Bertha María Alcalde Luján, de 37 años, comisionada de Operación Sanitaria de la Cofepris, previamente delegada de programas del gobierno federal para Chihuahua; hermana de la secretaria de Gobernación, Luisa María, e hija de Bertha Luján, expresidenta del Consejo Nacional de Morena.

En segundo lugar está Lenia Batres, consejera adjunta de la Consejería Jurídica de la Presidencia de la República, hermana de Martí Batres, jefe de Gobierno de la Ciudad de México, y también muy cercana al presidente.

La tercera es María Estela Ríos, igualmente cercana al primer mandatario, actualmente consejera jurídica de la Presidencia, cargo que la debería volver inelegible para la SCJN porque es parte del gabinete presidencial.

El presidente no tuvo ni siquiera la preocupación por mostrar que estaba tratando de presentar una terna equilibrada, con juristas reconocidas y respetadas. Estas tres mujeres han hecho sus carreras a la sombra de López Obrador y se han caracterizado por ser fieles seguidoras suyas; no tienen ningún brillo propio como juristas. El presidente no está buscando a una ministra que pueda interpretar la Constitución con independencia, sino una empleada que obedezca sus instrucciones.

Mensaje

La terna es una señal del desprecio del presidente por la SCJN. Por lo menos Loretta Ortiz tenía una trayectoria destacada en temas de derechos humanos y Yasmín Esquivel había tenido experiencia como magistrada en tribunales. Las abogadas que han sido incluidas en esta terna no tienen más distinción que haber trabajado para López Obrador y haber mostrado sumisión a las posiciones de su jefe. En el pasado ha habido muchas nominaciones cuestionables a la SCJN, pero nunca una terna tan abiertamente politizada y cuestionable como esta.

El mensaje del presidente es político. La terna demuestra que no quiere una Suprema Corte independiente, que defienda la Constitución y las leyes que de ella emanen, sino una que acepte sin cuestionamiento todas sus decisiones. Ni siquiera en los tiempos más autoritarios de nuestra historia se buscaba una sumisión tan abierta de la SCJN a los deseos del presidente.

Es tan claro el menosprecio que muestra el presidente con esta terna, que parece que su intención es que la rechace el Senado. Es imposible pensar, efectivamente, que los senadores de oposición vayan a aprobar a alguna integrante de esta tríada tan parcial. La Constitución señala, sin embargo, que si el Senado no nombra a ninguna el presidente tendrá que someter una segunda lista; y si el Senado vuelve a rechazar a todas sus integrantes, entonces el mandatario podrá designar a la nueva ministra de manera directa, sin pasar por el Senado.

Eso es, al parecer, lo que quiere López Obrador: convertirse en el primer presidente en nombrar unilateralmente a un ministro de la SCJN en el actual sistema. No es lo que se esperaba de un mandatario republicano, pero sí lo que busca un político que quiere terminar su mandato con los poderes de una presidencia imperial. Y para eso, qué mejor que nombrar a una empleada como ministra de la Suprema Corte.