EL MOMENTUM DE LAS RELACIONES CIVILES-MILITARES EN ESTADOS UNIDOS

Relaciones civiles militares Estados Unidos
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El evento realizado el 30 de septiembre en Quantico, Virginia, pasa a la historia y no por las mejores razones: la infrecuente —por inmediata— convocatoria a los 800 mandos militares de Estados Unidos en todo el mundo implicó una relevante decisión, en primer lugar, al reunir a la élite del estamento de las Fuerzas Armadas más poderosas en el concierto internacional con el objetivo implícito de lanzar un relevante mensaje de unidad, cohesión y disciplina, pero sobre todo de apoyo al poder civil y a la democracia de ese país.

En segundo término, porque ordenar la presencia de los mandos militares con esa premura hizo suponer que anuncios sustanciales en materia de política militar y de defensa serían uno de los motivos para la referida convocatoria.

La jerarquía de los llamados a la reunión no dejaba espacio a especulaciones o suposiciones. Algo muy relevante en la materia habría de anunciarse, para que ante un escenario internacional con crecientes tensiones ameritara un “cierre de filas” para actuar con responsabilidad, pero sobre todo con oportunidad y precisión. Como antecedentes estaban la reunión de la OTAN en los Países Bajos y la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Durante años he estudiado las relaciones civiles-militares en Estados Unidos. El respeto y aceptación social a la carrera de las armas es un asunto que sin duda propicia la cohesión e identidad de los valores, patriotismo y misiones de las Fuerzas Armadas. Aclaro: no se trata de una postura personal de si se está o no de acuerdo desde otras perspectivas, sino de observarlas como elemento sustancial de la democracia estadunidense.

Militares mandatarios

Veamos, por ejemplo, que en la historia de ese país hay quienes han sido presidentes de directa y dilatada trayectoria militar. Comenzamos, desde luego, con el general de los Ejércitos de América, George Washington, y el general Zachary Taylor, electo después de su desempeño en la Guerra de Invasión contra México. Seguimos con el general Ulysses Grant, vencedor de la Guerra de Secesión y presidente; el general Dwight Eisenhower, comandante y también presidente luego de la Segunda Guerra Mundial. Hay además presidentes como el general James Garfield y Howard Taft.

Así, en el contexto y dinámica de la democracia estadunidense las aportaciones del estamento militar a la consolidación de dicha nación son evidentes. Polémicos, sin duda, pero para efectos de la lógica de los intereses internos y externos han cumplido con los objetivos planteados.

Regresando a la reunión peculiar e incluso inédita de Quantico, la pregunta inmediata es: ¿cuál era la necesidad del mal trato por parte del presidente Donald Trump y del jefe del Departamento de Guerra, en público, a quienes han optado como estilo de vida para sí y para sus familias?

Esta pregunta es importante para observar cómo el estamento civil, el gobierno en turno, supone para qué sirven y están las Fuerzas Armadas.

Las intervenciones de ambos oradores han sido objeto de ironía, críticas y desacuerdos no solo desde los medios de comunicación desafectos a Trump, sino incluso desde las filas del gobernante Partido Republicano. La incógnita radica en la necesidad del evento, la reunión y los mensajes enviados hacia dentro y fuera de la sociedad estadunidense.

Puede estarse o no de acuerdo con el contenido de los discursos, pero la mayoría coincide en que fueron inapropiadas las formas, la sintaxis y el tono en que se expresaron: dichas intervenciones denotan un sensible desconocimiento de la naturaleza, filosofía y misiones de las Fuerzas Armadas en su vocación por hacer de la democracia estadunidense su principal y vital objetivo.

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