Hay selecciones que van dando señales de que su participación en la próxima Copa del Mundo podría resultar exitosa. Claro, tampoco es tan difícil darse cuenta de que España, Francia, Argentina y Brasil son las que principalmente tienen etiqueta de favoritas.
Pero hay otras que bien pueden resultar una agradable sorpresa; por ejemplo, Colombia es una de esas selecciones que están dejando buenas sensaciones de competencia. Lo mismo Uruguay, que trabaja bajo un orden táctico envidiable que deriva de la sapiencia de Marcelo Bielsa. Esto por el lado de Sudamérica.
Por el lado de la Confederación Africana es impresionante la manera en que se desarrolla en la cancha la selección de Marruecos. Ella también puede dejar una grata sorpresa. Pero tampoco podemos olvidar a una selección como la de Egipto.
En Asia únicamente veo a la selección de Japón con posibilidades de sorprender en el Mundial de 2026.
Oceanía es otra confederación que participa, pero ahí no hay forma de ver a alguna selección con tamaños para dejar al mundo boquiabierto.
Triste realidad
Finalmente, en el ámbito centroamericano las cosas están interesantes, pero de ninguna manera veo a la Selección Mexicana de Futbol llegando más allá de lo que nos tiene acostumbrados.
La historia nos dice que el equipo mexicano siempre ha sido un “buen animador”, pero no un gran protagonista. El primer Mundial que recuerdo perfectamente es aquel de Estados Unidos 1994. En aquella Copa del Mundo México presentaba la que para mí ha sido una de las mejores selecciones de la historia. Había jugadores de gran talla, como Jorge Campos, Luis García, Claudio Suárez, Jorge Rodríguez —que en paz descanse—, Marcelino Bernal y Juan de Dios Ramírez Perales, entre otros.
Esa base de seleccionados venía de una participación histórica en la Copa América de Ecuador 1993, donde se perdió la final con Argentina.
A pesar de la enorme calidad de aquel equipo mexicano que dirigía Miguel Mejía Barón, la selección se quedó con las ganas de ir más allá de octavos de final al caer “dignamente” ante Bulgaria en tanda de penales.
Cuatro años más tarde, en Francia 1998 y con otra generación de jugadores como Luis Hernández, Jesús Arellano, Salvador Carmona y algunos ya veteranos, se repitió la historia, pero ahora eliminada por Alemania.
En Corea-Japón 2002 aparecían elementos como Rafa Márquez, Jared Borgetti —con un golazo ante Italia en fase de grupos—, Gerardo Torrado, Oscar Pérez y otros, pero otra vez nos topamos con pared. Ahora fue el acérrimo rival, Estados Unidos, el que nos liquidó. Por cierto, era el primer bomberazo de Javier Aguirre y, en lo general, la selección terminó por dar pena.
Vino Alemania 2006 y México, con una participación muy “digna”, se quedó otra vez con las ganas.
Para Sudáfrica 2010 el bombero Aguirre aparecía de nuevo y la selección nacional volvió a dar pena.
En Brasil 2014 se compitió, pero no nos alcanzó.
Para Rusia 2018 la selección mexicana simplemente no daba señales de grandeza. Suecia nos dio una lección de humildad en octavos de final.
En Qatar 2022 ya ni le cuento. Ni a octavos de final calificamos. Tristísima actuación.
Ahora, es el tercer bomberazo de Javier Aguirre y le digo: no creo que cambie la historia, aun siendo anfitrión el equipo nacional mexicano. Hoy la selección, a ocho meses del Mundial, tiene más dudas que certezas en cuanto a su funcionamiento. Basta con analizar los resultados de los últimos partidos.
En la selección mexicana no sobra talento y Aguirre luce confundido.
Conclusión: aun en la agonía competitiva que vive la selección de Estados Unidos, veo más factible que ella llegue más lejos que México.

