A PUNTO DEL NOCAUT OLÍMPICO

Alejandro Zárate
Columnas
JUEGOS OLÍMPICOS

El boxeo es uno de los deportes más emblemáticos de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, se encuentra muy cerca de que en París 2024 sea su última participación antes de quedar excluido para la siguiente justa. Sus principales problemas son la fracasada evolución en el contexto profesional y la falta de un organismo que comande los rumbos de esta disciplina.

Si bien los Olímpicos se fundaron con los principios de la participación de deportistas amateurs por el amor de representar a su país, su evolución siguió el camino de permitir paulatinamente la participación de atletas profesionales en todas sus disciplinas, lo cual ha sido un éxito para incrementar el número de aficionados alrededor del planeta.

En el contexto actual es muy difícil catalogar a un deportista de alto rendimiento como “amateur”, porque en su mayoría reciben apoyos y primas por sus resultados por parte de sus respectivas ligas, federaciones, gobiernos y patrocinadores. Esto lo han entendido muy bien las distintas disciplinas en su apertura para aceptar a cualquier competidor… con excepción del box.

Bajo la entonces dirección de la Asociación Internacional de Boxeo Amateur (AIBA) se empezó a transformar al pugilismo olímpico con una serie de cambios que introdujo paulatinamente la participación de pugilistas profesionales (aquellos que cobran por pelear). La idea no era mala, pero la ejecución fue pésima.

Fue en Río 2016 cuando se permitió participar a profesionales, con algunas restricciones, pero con el error de mezclar a peleadores experimentados con amateurs, en una decisión muy riesgosa al ser un deporte de contacto.

A esto se sumó que la AIBA empezó a condicionar la participación en Olímpicos solo para sus boxeadores afiliados, empezando a fungir como managers, promotores y organismo, todo al mismo tiempo, ofreciendo la oportunidad de disputar una medalla olímpica como su gran activo.

Estas malas decisiones y manejos llevaron a que la AIBA fuera desconocida por el Comité Olímpico Internacional (COI) en 2019 y que el propio COI tomara momentáneamente la dirección y reglamento del pugilismo en los juegos (reglas, clasificaciones y ejecución de torneos clasificatorios).

Además, el COI lanzó la advertencia de que esta función solo la realizaría hasta el presente ciclo olímpico.

Sin claridad

Ante la falta de un organismo mundial y, por ende, la incertidumbre sobre el camino que debe seguir este deporte para la justa multidisciplinaria, se corre el riesgo de quedar fuera del programa olímpico para Los Ángeles 2028.

Sumado al reto de encontrar un organismo que lleve las riendas de una manera más transparente y coherente a esta disciplina, está el desafío de trazar el mejor rumbo para el boxeo olímpico: el destinarlo solo a boxeadores jóvenes para ser un semillero de profesionales (como antes se hacía) o dar el salto a una apertura totalmente profesional sin ningún tipo de restricciones para sus participantes, pero con reglas claras y acorde a la naturaleza de este deporte.

En el segundo camino el reto es que un boxeador profesional suele pelear una vez cada cuatro meses, con muchas peculiaridades a lo largo de su jornada, mientras que en los Juegos Olímpicos es una competencia con varias peleas en un rango de tiempo de apenas unos días.

La falta de liderazgo y claridad en la senda a tomar tiene al boxeo olímpico a punto del nocaut.