EL ORO DE TRUMP

Oro Rolex Trump

En días recientes el CEO de Rolex le obsequió a Donald Trump un enorme reloj de oro y un lingote de oro puro. El evento se normalizó como si le hubieran obsequiado una caja de chocolates, pero habla mucho de la nueva ética prevaleciente en la vida pública estadunidense. En otro tiempo el incidente hubiera detonado un escándalo, desde luego internacional, pero sobre todo en la política doméstica y los medios de comunicación norteamericanos. Revela cuánto ha cambiado la percepción de los estadunidenses sobre su mandatario y cómo se han acostumbrado a sus excentricidades.

Es preciso aclarar que el obsequio fue para él en lo personal, no un regalo a la Casa Blanca, a la institución presidencial o al pueblo estadunidense. Se trata de un regalo a Donald Trump. Esto, que con otro presidente hubiese constituido un escándalo, en Trump parece solamente un ejemplo adicional de su franqueza, incluso “honestidad”, puesto que es transparente en su afición por el dinero y los lujos.

Dice bien David Frum, editor de The Atlantic, autor de un par de libros excepcionales sobre el trumpismo y conductor de un gran podcast de política internacional, que lo más nocivo del incidente es el cambio en la percepción que de Estados Unidos se va formando el resto del mundo. ¿Respetarán más los suizos y los empresarios internacionales a un dirigente político que se deja sobornar ante las cámaras con regalos de mal gusto?

Decadencia

Y es que el imperio norteamericano fue diferente de otros imperios de la historia por su manejo de las formas en política exterior, pero también por una ética pública distinta de sus presidentes. No es nada más que cualquier otro presidente se hubiera rehusado a aceptar públicamente ese regalo, ya sea por consideraciones éticas o jurídicas incluso: es el hecho de que se hubieran sentido ofendidos por la falta de sensibilidad de quien ofrece semejante cosa y hubieran cerrado las puertas de la interlocución con ese o esos actores. Hoy no. Estados Unidos va por cualquier ganancia o lucro material que así convenga a sus intereses y los de su presidente, o ese mensaje parece mandar Trump.

El hecho es que el regalo funcionó, pues Suiza (la compañía y los empresarios son de origen suizo) recibió un trato más favorable en términos de aranceles a partir de entonces. Si usted quiere trato privilegiado con el gobierno del país más poderoso de la Tierra no busque las vías del Derecho internacional, la diplomacia o incluso la cooperación comercial y científica. Soborne al presidente, o como dice David Frum, “latinoamericanice la política estadunidense”.

Como si fuera el cacique de una aldea tercermundista, Trump hace alarde y ostenta orgulloso las prendas materiales que le regalan. Lo siente como un tributo merecido a él y a su país. Frum dice que así, en detalles como esos, se nota la decadencia de los imperios. Yo creo que también se nota el fin de una era y la supresión de una ética pública.

Es imposible no pensar en aquella cita famosa de Milan Kundera: “Los imperios, como los romances, se acaban cuando se derrumba la idea que los sostiene”.

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