EL PARAÍSO PERDIDO

“El cambio climático fortalece la intensidad y alcance geográfico de las olas de calor”.

Lucy Bravo
Columnas
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No es ningún secreto que la primera década del milenio fue convulsa. Con atentados terroristas que precipitaron guerras, inestabilidad en vastas regiones del mundo y una gran recesión sin precedentes, la vida de varias generaciones quedó marcada para siempre.

Sin embargo, si aquella fue convulsa, la segunda década fue trepidante, con el surgimiento de los denominados nacional-populismos que se cristalizaron con el advenimiento del Brexit y Trump.

Después llegó una pandemia global y el resto, como diría el clásico, es historia. Sin embargo, todos estos acontecimientos palidecen a comparación con lo que está por venir: el calentamiento global.

Olas de calor

Sequías, tormentas, incendios forestales y olas de calor: el clima extremo en todo el mundo es cada vez más intenso e impredecible. Y todo esto ocurre en el contexto de un aumento acelerado de la temperatura a nivel global.

El mundo ya es 1.2 grados centígrados más cálido que en la época preindustrial y la Organización Meteorológica Mundial pronostica que los próximos cinco años serán los más calurosos registrados hasta el momento.

Las olas de calor en prácticamente todos los continentes ya han batido récords este año, mientras que la llegada del fenómeno meteorológico El Niño significará temperaturas aún más extremas.

Según expertos, los Gases de Efecto Invernadero (GEI) que atrapan el calor son la raíz del problema. Gases como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso son indispensables para evitar que el calor se refleje o se pierda en nuestra atmósfera. Cuando este proceso está equilibrado, el planeta se mantiene a una temperatura habitable.

En general, el cambio climático está fortaleciendo la duración, la intensidad y el alcance geográfico de las olas de calor, dicen los científicos. Y el problema solo empeora porque la gran mayoría de los países no están preparados para hacer frente a estos cambios drásticos en las temperaturas.

Los investigadores explican que estos extremos de calor sin precedentes, en combinación con varias vulnerabilidades socioeconómicas locales, ponen a ciertas regiones en especial riesgo y América Latina no será la excepción.

Las crecientes olas de calor solo llevarán a las redes de energía hasta el punto de ruptura.

Aunque muchas naciones europeas están trabajando para alejarse de los combustibles fósiles, la combinación del intenso calor del verano y la escasez de energía derivada de la guerra en Ucrania amenazan con retrasar esta transición hasta que sea demasiado tarde.

La postura de los científicos es reiterada: se necesita reducir sustancialmente los combustibles fósiles, como el carbón, el gas y el petróleo. Pero esto ya lo hemos escuchado antes; entonces, ¿por qué nada cambia? Porque algunos gobiernos se oponen. De hecho, desde la firma del Acuerdo de París en 2015, en lugar de disminuir, las temperaturas ya han aumentado.

Para corregir la tendencia humana a perder de vista nuestra felicidad, Schopenhauer recomendaba fijarnos en lo que disfrutamos con la misma mirada con la que veríamos si alguien nos lo estuviera quitando. “Deberíamos pensar a menudo: ¿cómo sería si perdiera esto?”, escribió.

La mayoría de nosotros no sabemos decir con exactitud en qué consiste el delicado equilibrio de nuestro planeta: nuestro hogar. ¿Pero no deberíamos hacer caso al filósofo alemán y aprender a observar nuestro paraíso como si estuviera a punto de desaparecer? ¿O solo lo extrañaremos cuando esté perdido?