México va en camino de adquirir nuevamente una presidencia imperial. El proceso lo empezó el expresidente López Obrador, quien a pesar de haber ganado la Presidencia en 2018 con un nuevo partido político, Morena, que él mismo formó, pensó quizá que si él lo había hecho alguien más podría lograrlo en el futuro.
Por eso muchas de sus reformas buscaban concentrar el poder en el Ejecutivo y eliminar la posibilidad de que continuara la alternancia de partidos en el poder. La presidenta Claudia Sheinbaum solo ha mantenido el rumbo.
Cuando las reformas y acciones de López Obrador enfrentaron resistencias, por ejemplo, de los tribunales, él ignoró sus fallos. El 5 de febrero de 2024, ya en los últimos meses de su gestión, lanzó una andanada de iniciativas de enmiendas constitucionales que buscaban concentrar aún más el poder, pero que necesitaban mayorías calificadas de cuando menos 66% en las dos cámaras del Congreso. Si bien la coalición oficialista solo obtuvo 54% de los sufragios en las elecciones de junio de 2024, las autoridades electorales le dieron una mayoría calificada de 73% en la Cámara de Diputados. El gobierno se quedó corto de la mayoría calificada en el Senado, pero Morena compró a tres senadores de oposición para conseguirla. Esto le ha permitido hacer los cambios propuestos por AMLO.
El golpe más importante ha sido contra el Poder Judicial. La reforma ha destituido a jueces, magistrados y ministros de carrera para reemplazarlos con abogados cercanos al gobierno que ganaron en elecciones populares dominadas por Morena, a través del reparto de acordeones de candidatos morenistas entre seguidores y beneficiarios de programas gubernamentales.
Vía rápida
Cruciales han sido también las medidas para desaparecer los organismos autónomos que servían de contrapeso al Ejecutivo. La presidenta Sheinbaum ha anunciado que ahora reformará el Instituto Nacional Electoral (INE) —a pesar de que el gobierno ha logrado colocar a seis incondicionales como consejeros— y eliminará a los legisladores de representación proporcional, que han dado voz y voto a los partidos minoritarios desde las reformas electorales de los noventa. Fueron estos legisladores plurinominales los que le permitieron a Morena ganar espacios políticos de manera gradual.
En el periodo extraordinario de sesiones del Congreso que se lleva a cabo estos días se están aprobando, por la vía rápida, reformas que fortalecen la nueva presidencia imperial. Así, se ha terminado el proceso de militarizar la Guardia Nacional, a la cual se le han dado poderes de intervenir comunicaciones. Se han trasladado las atribuciones del Coneval al INEGI para evitar cuestionamientos a las políticas sociales del gobierno. La nueva Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión busca facilitar la cancelación de concesiones de radio y televisión.
Quizá sea inevitable que los políticos busquen concentrar todo el poder. Pero después de las reformas liberales de los años noventa y principios del siglo XXI México parecía encaminado a tener instituciones similares a las de los países democráticos.
Las reformas de la Cuarta Transformación representan un enorme retroceso. Una vez más todos los poderes se están concentrando en una sola persona. Pienso que México tiene un espíritu liberal, que hará que tarde o temprano se reconstruyan las instituciones democráticas, pero no podemos olvidar que el régimen de Porfirio Díaz duró 35 años y la dictadura perfecta del PRI 71.