PROCESAR LAS CRISIS POLÍTICAS

“Las instituciones acompañaron al presidente”.

Javier Oliva Posada
Columnas
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Uno de los temas más recurrentes en la producción científica social, así como de la administración de empresas, entes públicos e incluso de manuales de autoayuda es, en efecto, cómo hacer frente a desafíos, obstáculos, situaciones imprevistas y, en un momento dado, a la muerte. Un sinnúmero de anaqueles en librerías y bibliotecas son ocupados por testimonios personales, la presentación de métodos, así como consejos prácticos para “salir adelante”.

Por supuesto que la actividad política y el ejercicio de gobierno son un ambiente fértil para la creación y difusión de consejos para conquistar, ejercer y prolongar el poder. Sin duda en ese género obras como El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, o más atrás aún, La República, de Platón, son referentes indiscutibles de cómo y hacia dónde dirigir los destinos de la colectividad.

Llegando a nuestros días, las preocupaciones respecto de cómo evitar situaciones que generen inestabilidad e incluso la pérdida de poder siguen tan vigentes como hace siglos.

En cualquier formación política, régimen y sistema político, con o sin democracia, la búsqueda de fórmulas para mejor controlar las expresiones coyunturales, así como los imprevistos, requiere capacidades que además del conocimiento le permitan al tomador de decisiones acertar en cuanto al procesamiento de los desafíos y antagonismos. En este contexto es que en la semana que acaba de pasar México vivió una singular coyuntura donde la ausencia física momentánea del presidente la República, Andrés Manuel López Obrador, dio paso a gran cantidad de versiones, hipótesis, descalificaciones, rumores y demás manifestaciones producto, sobre todo, de la falta de certeza y oportunidad en la difusión de información consistente y validada.

Convergencia

Hay una extensa producción y publicación de manuales para procesar una crisis desde el ámbito del gobierno ante diversas variables de influencia. En este caso me refiero a cómo se debe abordar la problemática sustancial de la enfermedad (real o no), de algún padecimiento o accidente de un gobernante.

Y aquí es fundamental considerar la naturaleza y características del sistema político en su conjunto. Por una parte, a mayor personalización en el ejercicio del poder, sin importar la naturaleza del régimen, las afectaciones a la salud de la o el gobernante se vuelven críticas para la mencionada estabilidad de la sociedad. Esto es mucho más visible en un régimen presidencialista, puesto que de manera constitucional y estructural la titularidad del Poder Ejecutivo es de una relevancia crítica. Como sucede en México.

La forma en que se resolvió en nuestro caso dejó varias lecciones; desde luego, unas positivas y otras negativas. De las primeras resalta la visibilidad de las instituciones, que acompañaron al presidente antes, durante y después: la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Secretaría de Marina-Armada de México (Semar), los gobernadores del oficialista Movimiento de Regeneración Nacional, realizada en la sede del Poder Ejecutivo, así como los titulares de la Secretaría de Gobernación y Relaciones Exteriores, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México y, por supuesto, aunque no en la calidad de “institución”, las redes digitales de comunicación.

Bajo esa perspectiva es necesario subrayar que la convergencia y concordancia en los pronunciamientos de los referidos actores procedió tal cual, respecto de situaciones similares donde acuden en apoyo de la figura presidencial en turno.

Que las cosas se pueden procesar de mejor manera, sin duda. Ya lo veremos.