Sí, sé que tu intención era dedicarte a escribir, no convertirte en vendedor o en mensajero o aprender a facturar. Pero resulta que cuando empezaste a buscar alternativas descubriste que si no tomabas el asunto en tus manos, si no te convertías en el editor de tu propio libro, en tu propio publirrelacionista y tu propio CEO, jamás lo verías publicado: así que transmutaste en empresario editorial… con espíritu de artista.
Por eso, aquí te sigo compartiendo qué tuve que aprender para desafiar al mundo editorial y demostrar que hay muy diversas maneras de cumplir tus objetivos. En esta entrega me concentraré en dos aspectos poco románticos y muy poderosos: la empresa y los derechos de autor.
Aprende de finanzas, de administración de empresas, de contabilidad, de ventas y mercadotecnia. ¿Cómo vas a generar dinero si no sabes la diferencia entre ventas brutas y ventas netas, entre activos y pasivos (no, no son señores muy movidos ni muy flojos), entre gastos e inversiones, entre bonificaciones y descuentos? Aprende a hacer facturas, un plan de negocios, estudios de mercado, proyecciones de ventas, presupuestos y todo lo relacionado con el aspecto empresarial de tu proyecto.
Quizás algún día puedas contratar a alguien que haga todo esto por ti. Mientras, es mejor que lo sepas hacer tú, a ignorarlo y poner tu negocio editorial unipersonal a volar… con un grillete atado en el nacimiento de las alas.
Algo INDISPENSABLE para proteger tu trabajo, tu tiempo, tus frustraciones y tu futura salud mental e intestinal es registrar tus libros. Acércate al Instituto Nacional del Derecho de Autor (Indautor) para que conozcas cómo proteger la creación intelectual que tantas obsesiones, desvelos, corajes, arranques de amor y necesidad de palabras de aliento te ha costado.
También hay instituciones como la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), que los tramita por ti por una módica suma, seas asociado o no, si quieres ahorrarte el trámite. Yo te recomiendo ir directamente al Indautor; sé que los trámites en oficinas de gobierno pueden dar terror, pero este es rápido, sencillo, amable y práctico. Si tienes firma electrónica del SAT incluso puedes hacerlo en línea, en la página del Indarelín: https://sindautor.cultura.gob.mx/admin/.
Satisfacción
Otra manera de proteger tu trabajo intelectual, sobre todo el que compartes en blogs, sitios web o cualquier plataforma electrónica, es a través de las licencias Creative Commons, pero de todas formas implican tener los derechos de tu trabajo.
Estas licencias funcionan cuando deseas que tus textos sean compartidos por terceras personas sin tu autorización por escrito reconociendo tu autoría, por ejemplo. Creative Commons ofrece siete licencias diferentes. Encuentras más información en https://mx.creativecommons.net/. En este caso la palabra “licencia” deja ver que estás permitiendo o licenciando el uso de tu trabajo creativo. Ellos ya prevén licencias de uso para Inteligencia Artificial (IA), aunque apenas están empezando con esta tecnología.
El único problema que veo es: una vez elegida la licencia no puede ser revocada y aplica la duración entera de todo el tiempo que el material tenga protección de derechos de autor, o sea, 100 años después de tu muerte. Como puedes ver, ese es un gran detalle por considerar.
Nos leemos en quince días aquí en Vértigo para continuar compartiendo aprendizaje, hallazgos y experiencia. ¿Creíste que sería más rápido y fácil? Cuando se trata de libros, la mejor estrategia es no tomar atajos: el tiempo de tus lectores lo vale. Y tu satisfacción.