LAS PROTESTAS UNIVERSITARIAS EN EU

“Es la fortaleza y debilidad de las democracias”.

Raudel Ávila - Enlace Internacional
Columnas
PROTESTAS UNIVERSIDADES EU

En las últimas semanas el mundo universitario de élite en Estados Unidos se incendió con protestas masivas. Algunos de los dirigentes de estos movimientos afirman que se están manifestando contra el “genocidio” en Gaza. Así le llaman ellos al derecho a la legítima defensa de Israel frente al ataque y secuestros del grupo terrorista Hamás el 7 de octubre del año pasado.

Como ya escribí en otra colaboración en esta misma revista, la izquierda internacional siempre ha estado de parte de Palestina contra Israel en la medida en que así lo dictó la Unión Soviética. Como Israel tenía de su parte a Estados Unidos y las potencias occidentales, la izquierda dio por hecho que Palestina era una víctima con la cual debía alinearse.

Los estudiantes no cargan pancartas que condenen a Hamás, solamente a Israel y su gobierno. El terrorismo de los enemigos de Israel les resulta excusable o minimizable, en tanto que el mal está encarnado por las democracias liberales. Eso sí: ellos juran que no son antisemitas, aunque todas sus prédicas y consignas se refieran a la desaparición del Estado de Israel.

No tiene sentido detenerse en el hecho de que estos estudiantes viven en democracias occidentales y que si estuvieran entre palestinos su derecho a la libre manifestación se vería severamente limitado. No se puede aceptar nada que limite el sectarismo, el faccionalismo, el ansia heroica y los sueños épicos de una juventud deseosa de salvar al planeta.

Desde luego, como todo el mundo sabe, el mejor método para salvar al planeta es plantarse a estorbar el paso en un espacio público, o bien tomar por la fuerza instalaciones universitarias e impedir la celebración de cursos para el resto de los estudiantes. A eso le llaman activismo por la paz, en serio.

Estériles

Eso sí, la actuación de la policía les parece excesiva y violentísima a quienes prenden piras para quemar efigies y cierran el paso a la universidad a los estudiantes y profesores judíos. Estos muchachos se sueñan a sí mismos herederos de los estudiantes que se manifestaron masivamente contra la guerra de Vietnam. Protestan, según dicen, contra el apoyo del gobierno norteamericano a Israel y contra el patrocinio de Israel a las investigaciones científicas en las universidades estadunidenses.

Lo más perturbador de esto no es el incurable fanatismo de la izquierda y la inmadurez política de la juventud, sino el silencio de los intelectuales liberales, quienes al callar condonan la violencia estudiantil.

En la década de 1960 Raymond Aron, quizás el liberal más lúcido de Europa continental en el siglo XX, condenó abiertamente los movimientos estudiantiles de 1968. Le parecían insensatos, estériles y manipulados por la URSS. Nadie más se atrevió a decirlo, de manera que esto lo marginó de los medios de comunicación escorados a la izquierda, pero a Aron no le importó.

Lo más desconcertante es la torpeza política de los estudiantes, que con sus protestas le pueden costar la reelección a Biden. Y si gana Trump, entonces sí quedará condenada la causa palestina en forma definitiva. Da la impresión entonces de que los beneficiarios de esas protestas serán otros, y no precisamente los palestinos, sino ciertas potencias más cerca de Asia.

Es la fortaleza y debilidad de las democracias. El derecho a la protesta de unos ciudadanos desorientados políticamente puede alterar el equilibrio de poder internacional a favor de las dictaduras y países antidemocráticos. En eso estamos, pero lo políticamente correcto es aplaudir las protestas estudiantiles. Ni hablar.