RADIOGRAFÍA DE LA PIRÁMIDE DE KUKULCÁN CON RAYOS CÓSMICOS

“Se prevé poner dos detectores, uno en cada túnel”.

J. Alberto Castro
Columnas
KUKULCÁN

En los sesenta el físico Luis Álvarez, de la Universidad de California, utilizó los rayos cósmicos para buscar tesoros escondidos en las pirámides egipcias. Se centró en la pirámide de Kefrén, donde no se había logrado encontrar la cámara mortuoria que se había localizado en las demás grandes pirámides.

Álvarez, premio Nobel de Física, pensaba que si existía una cámara hueca escondida bajo la estructura de la pirámide podría localizarse desde debajo de ella por medio de las medidas de rayos cósmicos, partículas de alta energía que bombardean la Tierra desde todas direcciones y penetran en la roca, pero son absorbidas en proporción directa al espesor que deben atravesar.

Sin embargo, Álvarez no pudo encontrar el efecto previsto: sus cámaras de chispas tenían un error de diseño imposible de corregir en los sesenta y los rayos cósmicos las atravesaban sin dejar huella de su paso.

Hubo que esperar a 2015 para que un consorcio internacional, formado principalmente por franceses y japoneses, rescatara la idea y la hiciera funcionar. Sus nuevas cámaras de chispas hoy están hechas con placas de gel que sí atrapan los rayos cósmicos. De hecho, son las que han permitido encontrar el nuevo pasillo de la pirámide y, lo que es más importante, detectar una cámara oculta de más de 30 metros de envergadura justo encima de la llamada Gran Galería de la Gran Pirámide, aún inédita.

En México el doctor Arturo Menchaca Rocha emprendió en 2002, junto a la arqueóloga Linda Manzanilla y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), investigaciones de arqueometría en la búsqueda de posibles huecos en el interior la Pirámide del Sol de Teotihuacán con un detector de muones.

Inspirado en la idea del físico Álvarez, el estudio se culminó en 2013. Uno de sus objetivos fue hacer una radiografía del imponente edificio. Se concluyó que en el interior de la pirámide hay huecos, pero son de carácter geológico, relacionados con el colapso de las arenas secas.

El nuevo proyecto del físico Menchaca es explorar con rayos cósmicos las entrañas de la pirámide de Kukulcán, en la zona arqueológica de Chichén Itzá, Yucatán. Se trata de una investigación internacional que agrupa al Instituto de Física (IF) de la UNAM y a la Universidad Estatal de Chicago (CSU) bajo el propósito de impulsar el proyecto de Muografía para usos Arqueológicos No Invasiva (NAUM), mediante el cual se espera obtener, a partir del verano próximo, la radiografía de la pirámide de Kukulcán.

Con la ayuda de detectores de rayos cósmicos de reciente innovación, Menchaca y el profesor Edmundo García Solís, de la CSU, buscan obtener la imagen de las profundidades de El Castillo y comprobar la existencia de alguna cámara oculta en la segunda subestructura, por debajo del emblemático edificio.

Contactado por Vértigo, el doctor Menchaca adelanta en entrevista que luego de registrar las dos cámaras ya conocidas de la subestructura uno, denominadas del Jaguar y de Chac Mool, se procederá a explorar el resto de lo que hay debajo de la pirámide de 30 metros de altura. “Si conseguimos lo primero, quiere decir que el detector funciona y podemos seguir adelante”.

Los rayos cósmicos son partículas que llegan desde el espacio exterior y bombardean constantemente la Tierra desde todas direcciones. La mayoría de estas partículas son protones (o sea, núcleos de átomos de hidrógeno) o núcleos de átomos más pesados (como helio, carbono o hierro). Algunas de ellas son más energéticas que cualquier otra partícula observada en la naturaleza. Los rayos cósmicos ultraenergéticos viajan a una velocidad cercana a la de la luz y tienen cientos de millones de veces más energía que las partículas producidas en el acelerador más potente construido por el ser humano.

Cambio de densidad

“Este tipo de radiación posee una energía tal, que al bombardear la atmósfera terrestre se producen otras partículas. Inicialmente se trata de los llamados piones, de cuyo rápido decaimiento resultan los muones. Estos últimos son partículas penetrantes que constituyen la radiación de origen cósmico, cargada eléctricamente, y más abundante, que incide sobre la superficie terrestre”, describe el exdirector del Instituto de Física de la UNAM.

Igualmente, añade, “los muones son partículas elementales cargadas que llegan del cielo por colisiones en la atmósfera y que, a diferencia de otras, como los neutrinos, se pueden detectar y contar en cierta área, por unidad de tiempo y de energía. A muy altas energías, llega uno por kilómetro cuadrado por año; en cambio, de poca energía hay muchos. De hecho, a nivel del mar hay un muon atravesando el área de una de nuestras uñas cada minuto”.

Si se realiza un conteo en alguna pirámide y se encuentra una irregularidad, dice, “es porque hay un cambio de densidad en la estructura de la construcción, o sea, más o menos materia, una cámara o un hueco, por ejemplo. En este caso habrá mayor probabilidad de que estas partículas la atraviesen. En eso consiste la técnica”.

Sobre los detectores que se construyen en Chicago, precisa que contienen plástico centellador que produce una señal de luz cada vez que los atraviesa un muon. Esa señal electrónica se digitaliza y se convierte en números que se guardan en una computadora y se mandan por internet a las universidades participantes para su análisis. En la actualidad estos instrumentos se han reducido en tamaño, por lo que será posible colocarlos en un espacio reducido, como alguno de los túneles de la famosa construcción maya.

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El equipo de investigación ha visitado en cuatro ocasiones Chichén Itzá para planear los trabajos. A través del escaneo con rayos láser se conocen las dimensiones y la imagen exacta del monumento maya, la medida de la densidad de sus materiales y las condiciones ambientales reinantes en la zona arqueológica, con una humedad de 100% y la temperatura de 26 grados Centígrados.

De acuerdo con el doctor Menchaca se prevé poner dos detectores, uno en cada túnel, que serán operados por la UNAM. Antes de colocarlos en Chichén Itzá el próximo verano los detectores se probarán en las instalaciones del IF, donde se planea tomar datos para ver con ayuda de los muones al acelerador de partículas de 5.5 MeV (mega electron volt) que posee la dependencia a través del concreto de su edificio. Después se llevará al sitio arqueológico y, a partir de que comience a funcionar, la esperada radiografía de El Castillo tardará seis meses en completarse.

Con una amplia experiencia en este tipo de estudios, el conocido científico explica que la búsqueda de bóvedas en sitios históricos es una de las tareas más interesantes del quehacer arqueológico y científico. Tratándose de monumentos de gran tamaño, como pirámides, en el pasado esta labor se encontraba severamente limitada por la carencia de técnicas prospectivas de gran penetración. “Por fortuna, hoy contamos con la innovadora tecnología de rayos cósmicos, que se ha ido perfeccionando en los últimos años; gracias a ella aprovechamos eficientemente que la Tierra es bombardeada permanentemente por 10 mil de estas partículas por minuto y metro cuadrado, y también que ese sutil flujo de energía se debilita de manera mensurable según atraviese superficies como piedra o metal. Aunque sea difícil de creer, colocar un detector de estos rayos en el interior de un edificio o monumento, o incluso dentro de una montaña, sirve para hacer radiografías de esas estructuras y revelar todos sus misterios”, concluye.

Buscan la cámara funeraria de Keops

El año pasado el equipo de Scan Pyramids anunció el descubrimiento de un nuevo pasadizo, de unos nueve metros de largo y 2.10 metros de ancho, y que tiene su origen cerca de la entrada principal de la Gran Pirámide de Keops, construida hace cuatro mil 500 años por este faraón (Keops) de la dinastía IV en la llanura de Giza, cerca del actual El Cairo. Es la única de las siete maravillas del mundo antiguo que sigue en pie.

El equipo detectó la presencia de este corredor a través de las radiografías de muones (rayos cósmicos) que se realizaron en 2017.

Posteriormente se introdujo un endoscopio de seis milímetros de espesor, creado por investigadores de la Universidad de Nagoya, en Japón, a través de las pequeñas aberturas que hay entre las piedras.

El egiptólogo Zahi Hawass cree que se podría tratar nada menos que de la cámara funeraria del faraón. Hasta el momento la cámara funeraria verdadera de Keops no se ha descubierto. Entonces, si realmente se trata de la cámara funeraria de Keops, sería el descubrimiento más importante del siglo.

Fuente: Nature Communications