RESCATAR A ACAPULCO

Sergio Sarmiento
Columnas
RESCATAR ACAPULCO

Por supuesto que Acapulco necesita y merece ser rescatado. El puerto ha sufrido el embate de un huracán extraordinario, Otis, y ha enfrentado pérdidas enormes. La población, que vivía de la actividad turística, se ha quedado de repente sin posesiones materiales, pero también sin los empleos que le permitirían enfrentar esta crisis. Por humanidad es importante apoyar a quienes, sin haber hecho nada malo, hoy cargan con un castigo de proporciones bíblicas.

Hay, sin embargo, formas eficientes y éticas de rescatar una ciudad que ha tenido este problema y otras maneras que no lo son o no lo son tanto.

La exención fiscal, aunque sea solo de algunos meses, es importante. La peor carga que tienen las empresas y las personas físicas en la economía formal son los impuestos. Es particularmente importante la decisión de permitir la deducción inmediata de las inversiones. Es muy difícil para las empresas en dificultades hacer inversiones importantes que hay que pagar de inmediato cuando el fisco solo permite deducir una parte pequeña cada año. De hecho, quizá todos deberíamos exigir que las deducciones de las inversiones deberían ser de 100% siempre, en todo el país y para todos los contribuyentes.

Los bancos han hecho su parte, y es muy importante, al anunciar que están congelando durante seis meses los pagos a los créditos que han emitido a personas y empresas en los lugares afectados. Esto evitará que caigan en morosidad y en el buró de crédito. Las deudas no desaparecen, es cierto, pero es lo correcto. No se puede premiar simplemente a quienes están más endeudados. Los bancos han prometido que, además de estas prórrogas, estudiarán otras situaciones caso por caso. No olvidemos que los bancos no prestan el dinero de sus dueños, sino el de los ahorradores. No pueden simplemente perdonar deudas.

Seguridad

La economía de Acapulco no podrá reconstruirse, sin embargo, mientras no se garantice la seguridad. No se puede pedir a los empresarios que inviertan en un lugar en el que las tiendas son saqueadas y los criminales exigen el pago de derecho de piso. El plan de rescate considera esta situación y, de hecho, señala que se establecerá un cuartel de la Guardia Nacional con 250 elementos en cada colonia de más de mil viviendas. Esto puede ayudar mucho, pero solo si realmente los elementos se enfrentan a la delincuencia. En los días posteriores a la entrada en tierra del huracán Otis había miembros de la Guardia Nacional junto a los comercios que estaban siendo saqueados o donde los miembros del crimen organizado extraían cajeros automáticos con taladros, pero no hicieron nada.

El presidente ha decidido, por otra parte, que todos los trabajos de reconstrucción serán coordinados por la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, y la gobernadora Evelyn Salgado. Ninguna de las dos tiene experiencia en este tipo de tareas, como no la tenía la coordinadora nacional de protección civil, Laura Velázquez Alzúa, quien no supo reaccionar ante las señales de peligro del huracán. El gran riesgo de esta concentración, sin embargo, es burocratizar el esfuerzo de reconstrucción.

El gobierno de la República ha presupuestado 61 mil 500 millones de pesos para esta tarea el próximo año. ¿Es mucho? Así parece, pero en realidad es insuficiente. Las agencias calificadoras estadunidenses calculan que la reconstrucción se llevará cuando menos 15 mil o 16 mil millones de dólares, o sea, entre 300 mil y 320 mil millones de pesos.

De nada servirán los recursos del gobierno si las empresas privadas no invierten fuerte en esta reconstrucción.