SAN JUAN DE LETRÁN

Sergio Pérezgrovas
Columnas
SAN JUAN DE LETRÁN

El camino es fatal como la flecha.
Pero en las grietas está Dios, que acecha.
Libro de las mutaciones, Jorge Luis Borges

El primer discípulo de Jesús, Simón Pedro, fue martirizado unos 30 años después de la crucifixión de su maestro, alrededor del año 64, durante el reinado del emperador Nerón. Los cristianos fueron responsabilizados por el gran incendio de Roma y a Pedro lo acusaron y martirizaron junto con un chingo de cristianos.

Fue crucificado, pero pidió ser colocado boca abajo porque se sentía indigno de morir de la misma manera que Jesús.

Este evento tuvo lugar en el obelisco egipcio, en un extremo del circo de Nerón, ubicado en la actual Plaza de San Pedro.

Según la tradición los restos de Pedro debían ser enterrados fuera del circo, en lo que hoy se conoce como la colonia vaticana. Su tumba fue marcada con pintura roja, que también era un símbolo de su nombre. Los cristianos entendían su significado, mientras que para los ateos carecía de sentido.

Muchos años después de la muerte de Pedro se erigió un santuario que con el tiempo se convirtió en la antigua Basílica de San Pedro. Esta basílica fue construida en el sitio donde se encontraba la tumba de San Pedro. El emperador Constantino ordenó su construcción a expensas del Papa Silvestre I y tomó alrededor de 30 años completarla. En esta basílica se llevaron a cabo coronaciones de emperadores, como la de Carlomagno.

Hasta 1505 el Papa Julio II decidió iniciar la construcción de otra basílica, involucrando a los arquitectos y artistas prominentes de la época, entre ellos Donato Bramante, Miguel Ángel y Bernini. La construcción llevó 130 años y hoy en día es considerada la catedral cristiana más grande del mundo, con capacidad para alojar a unas 60 mil personas, casi el doble del Estadio Azul de la Ciudad de México (que tiene capacidad para 36 mil 681 espectadores).

La cúpula fue diseñada por Miguel Ángel y se completó 24 años después de la muerte del artista, alcanzando una altura de 136 metros y una superficie total de 23 mil metros cuadrados. Gian Lorenzo Bernini fue responsable del diseño de la inmensa Plaza de San Pedro y las columnatas que la rodean, las cuales están decoradas con estatuas de los once apóstoles en la fachada de la basílica, a excepción de San Pedro.

Cabe destacar que esta basílica no es la Catedral del Vaticano. Este título le pertenece a la Archibasílica de San Juan de Letrán, la cual fue la primera iglesia católica, construida en el siglo IV durante el Imperio Romano. Está dedicada a dos santos y es la segunda sede del Papa. Por lo tanto, es una de las cuatro basílicas principales, junto con las de San Pedro, San Pablo Extramuros y Santa María Mayor, y forma parte de las siete iglesias que se visitan en Roma durante la peregrinación.

Es importante señalar que no tiene relación con la calle del mismo nombre en la Ciudad de México, ya que esta recibe su nombre de una escuela que se encontraba en ella.

Veneno

Antes de que fuera renombrada por el regente de la ciudad, Carlos Hank González, como Eje Central Lázaro Cárdenas, la avenida se llamaba San Juan de Letrán, por una escuela que llevaba ese nombre.

Hoy ese nombre se refiere a una de las estaciones del Metro de la ciudad, perteneciente a la Línea 8.

Fue ahí donde encontraron el cuerpo de una mujer, llamada Adriana Sánchez, sentada en uno de los vagones del Metro. Aparentemente llevaba muerta desde la noche anterior, pero nadie se había percatado de su presencia.

Su cuerpo, recostado en un costado de los asientos, parecía dormido, por lo que el supervisor en turno no la perturbó. Fue hasta la mañana siguiente, en plena hora pico, cuando alguien gritó que estaba muerta. Detuvieron el convoy y evacuaron a todos los pasajeros. Llamaron al forense y a la policía, quienes al llegar al andén tuvieron que caminar un tramo por las vías, ya que el tren se detuvo entre estaciones. La siguiente parada era San Juan de Letrán.

Al llegar percibieron un olor fétido y de descomposición. El forense, Juan Sinmiedo, volteó a ver a su compañero Tris y dijo:

—Esta mujer lleva más de 24 horas muerta. ¿Cómo es que nadie se dio cuenta? Mira, tiene los labios morados, como envenenada.

En la bolsa del mandado encontraron veneno para ratas y, aunque no había nota, los dos llegaron a la conclusión de que se trataba de un suicidio.

Averiguando más, descubrieron que el marido de la señora había fallecido a causa del Covid, que no tenía más familia y que tenía cáncer terminal. No había nadie a quien perseguir. El problema era cómo pudo permanecer tanto tiempo sin que nadie se diera cuenta. Eso pasa en las grandes concentraciones de gente, pensó Tris.