SIGAMOS HABLANDO

Fin de año
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Como bien dice el clásico: “el que mucho se despide, pocas ganas tiene de irse”. Porque aun cuando yo pensaba que mi columna pasada sería la última del año, el Consejo Supremo de esta prestigiosa revista tenía otros planes para mis vacaciones. Se los vuelvo a repetir, señores: ¡no hay tregua!

Y como seguimos en épocas de celebración, creo que lo más prudente es cerrar el año (ahora sí) con una columna propositiva y —hasta donde sea posible— optimista. Ya he enumerado todas las tragedias que marcaron los últimos doce meses y no quisiera arruinarles las festividades con otra letanía sobre el apocalipsis de la IA, el calentamiento global o la (¿inminente?) guerra entre Venezuela y Estados Unidos. Créanme que tendremos todo 2026 para analizar esto.

Así que hoy quiero cerrar el año con un solo consejo. Un consejo simple, elegante, pero urgente: “sigamos hablando”.

Con esto me refiero a rechazar una nueva tendencia que ha cobrado vuelo en Estados Unidos y que involucra romper todo tipo de contacto y comunicación con personas que tengan ideas políticas distintas a las tuyas. Personas que, en lugar de discutir, debatir o intercambiar ideas con quienes piensan distinto, optan por cortar toda relación de tajo. Esto ha llegado al extremo absurdo (y deprimente) de evitar visitar a tu familia en Thanksgiving, Navidad o Año Nuevo por el simple hecho de que votaron por el candidato o el partido político “equivocado”.

El problema con esta postura debería ser obvio y evidente. Lo que ciertos opinadores y otros muchos idiotas en redes sociales proponen es romper vínculos con tus padres, hermanos o abuelos por una simple diferencia ideológica. Es tratar nuestras diferencias como una falta moral imperdonable. Como si disentir fuera violencia y un agravio aparentemente intolerable, particularmente para las nuevas generaciones.

Elemental

Mi preocupación es que este fenómeno, hoy visible entre demócratas y republicanos, muy pronto termine importándose a México. Que la profunda polarización promovida por el régimen —que ya ha desgarrado parte del tejido social— pueda llegar a filtrarse a la intimidad de la vida familiar y trastocar nuestros vínculos más cercanos. Que llegue a ser común y normal que la incesante retórica tóxica del régimen llegue a dividir a las familias entre “chairos” y “fachos” y pronto nos encontremos en esa misma posición de eliminar contacto en las celebraciones más íntimas del año y dejemos de sentarnos a la mesa con todos aquellos que no acepten tu credo ideológico.

Por eso quisiera insistir en algo tan elemental para iniciar el nuevo año: “Sigamos hablando”. Hay que mantener la conversación abierta entre ciudadanos, familias, amigos y colegas. Recordar que ninguna ideología —por más que nos enamore— vale la ruptura definitiva del tejido básico que nos permite convivir y saber que las relaciones humanas son más importantes que una preferencia política; y que una preferencia política no define la totalidad de otro ser humano.

Porque al final podemos amar o detestar al gobierno, pero lo que no podemos permitir es que los políticos, esos sátrapas impresentables que viven y despilfarran nuestros impuestos, sean los causantes de nuestra separación y división.

La política puede despertar muchas pasiones, pero nunca puede dejar de ser un vehículo de diálogo y de persuasión para convertirse en un abismo de destierro moral. Porque les vuelvo a repetir: el problema no somos nosotros, los ciudadanos; el problema es el régimen y los políticos que buscan dividirnos. Porque mientras nosotros nos peleamos, ellos se roban nuestros impuestos a carretadas.

Por desgracia, para cuando lean esta columna la cena de Navidad ya habrá quedado atrás, y espero en verdad que hayan logrado navegar y sobrevivir las turbulentas conversaciones que suelen surgir alrededor de la mesa.

Sin embargo, vendrán más festejos, más reuniones y más oportunidades para reencontrarnos con nuestros seres queridos. Y por eso yo solo les pido una vez más: “Sigamos hablando”.

Y ahora sí me despido y me retiro: ¡Feliz año nuevo y nos leemos en 2026!

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