“SEGUIR TRABAJANDO PARA REDUCIR LA BRECHA DE GÉNERO”

Martha Mejía
Columnas
Patricia Torreblanca

Patricia Guadalupe Martínez Torreblanca, secretaria general de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, platica sobre los techos de cristal y qué tanto falta para alcanzar la paridad de género.

Con base en cifras del Índice Global de Brecha de Género 2023, la también catedrática de la FCPyS señala que tomará al menos 162 años reducir por completo la brecha de empoderamiento político; 169 la de participación y oportunidades en materia económica; y 16 para logros educativos, mientras que para el ámbito de salud y supervivencia aún no se tiene un estimado.

—¿Qué es la brecha de género?

—La diferencia que existe entre las posibilidades, tanto económicas como sociales, laborales y culturales, entre hombres y mujeres. Quiere decir que no estamos con un piso parejo las mujeres para desenvolvernos en las diferentes esferas en las que un ser humano se desarrolla a lo largo de la vida; ni siquiera desde las infancias; y esto repercute en la vida adulta, donde se hace quizá más complejo por la estructura familiar que se tiene.

—¿En qué ámbitos están mayormente marcados estos estereotipos?

—Afortunadamente logramos convertir las losas de concreto en techos de cristal y estamos en el camino de romper estos últimos. En el ámbito laboral se ha avanzado. No obstante, es una realidad que existe una reducción del número de mujeres que alcanzan puestos directivos; también es cierto que las mujeres tienen mayores desigualdades en cuestiones de salud, pues sobreviven menos en países con alta pobreza.

Añade Martínez que “donde hemos avanzado un poco más es en el rubro de la educación, pero si bien se ha incrementado el número de mujeres que tienen la oportunidad de ir a la universidad, se reduce por ejemplo la cifra de aquellas que alcanzan un doctorado, con respecto de los hombres. Las mujeres podemos recibir marginalidad sobre marginalidad: podemos ser de pocos recursos, además ser indígenas, vivir en un estado (entidad) con alta pobreza, no tener acceso a la educación, poca atención en salud y encima somos mujeres; es decir, en determinadas circunstancias sociales y económicas somos el grupo marginal por excelencia, al que encima se le encarga el trabajo reproductivo, de cuidados y doméstico que no está reconocido. Entonces, las mujeres vamos acumulando desigualdades sobre desigualdad”.

Acciones positivas

—¿Cuál sería la recomendación para cerrar esta brecha de género?

—Se puede hablar en el ámbito público y privado de políticas laborales que permitan la inclusión de la mujer en el desarrollo profesional, técnico o meramente de trabajo; que permitan que ellas atiendan una parte de los cuidados familiares, porque la otra parte debiera encomendarse a los hombres. Por ejemplo, los cuidados paternos son recientes. En este sentido, el cuidado de la familia compartido es algo social, es un rubro en el que se puede ir cerrando esta brecha.

En la cuestión económica, señala, “el gobierno debe intervenir en la generación de políticas públicas asertivas que lleguen a acciones positivas a favor de la equidad de género. También atacar —desde el punto de vista de la comunicación— la discriminación y las desigualdades en el lugar de trabajo, por ejemplo; y eso es completamente social y tiene que ver con políticas laborales sobre que hombres y mujeres tienen igual capacidad para realizar el mismo tipo de trabajo”.

Por ejemplo, concluye, “antes se daba prioridad a la educación de los varones porque eran ellos los que iban a sostener una casa, pero desde hace varias décadas el sostenimiento de un hogar deriva de dos sueldos. Entonces, se ha podido avanzar en ello, aunque nosotras no hemos podido dejar atrás el trabajo (doméstico y de cuidados) no remunerado. En este sentido, aún falta camino que recorrer.