“CREAR SORORIDAD PARA ALCANZAR JUSTICIA SOCIAL”

Lucía Santos y Paola López
Martha Mejía
Columnas
Compartir

Tlali Bienestar y Conservación AC fue fundada en 2013 por Lucía Santos y Paola Franco con el objetivo de abordar las desigualdades de género, específicamente aquellas que afectan a las mujeres afrodescendientes de la Costa Chica de Guerrero.

Santos, bióloga, dirige el programa Hoja de Mangle, mientras Franco, socióloga, es la directora ejecutiva de la organización.

Juntas crearon Tlali para empoderar a las mujeres mediante proyectos que integran bienestar y conservación ambiental.

—¿Cómo se vinculan los problemas ambientales con las carencias que enfrentan las mujeres afrodescendientes?

—Los problemas ambientales —responde Santos—, como el deterioro de los manglares, agravan la vulnerabilidad de las comunidades, especialmente de las mujeres y las niñas. Durante los huracanes, por ejemplo, las mujeres se encargaron de los cuidados durante y después del desastre, mientras los servicios de salud y las condiciones generales de la región empeoraban. Esto afecta especialmente la salud mental y física de las mujeres, quienes enfrentan no solo las consecuencias inmediatas de los desastres, sino también problemas de salud como diabetes, hipertensión y enfermedades dentales, sin acceso adecuado a atención médica.

Además, indica, “la sobrecarga de responsabilidades también recae sobre ellas, pues no solo son las cuidadoras, sino también las responsables del medio ambiente”.

—¿Cómo garantizaron que su apoyo fuera sostenible a largo plazo en las comunidades afectadas?

—Para asegurar la sostenibilidad —apunta Franco—, la organización no solo se enfocó en la ayuda inmediata, sino además en fortalecer las capacidades locales. En el caso de las lavanderas (mujeres conocidas en la región por ejercer esta actividad), no solo repararon los lavaderos (que es su principal instrumento de trabajo), sino que también trabajaron en la construcción de redes de apoyo entre ellas, fomentando la colaboración sororidad y el trabajo en conjunto.

Esto permitió, añade, “que ellas pudieran gestionar sus problemáticas de forma autónoma en el futuro. Además, al crear una identidad colectiva a través del proyecto Mujeres de agua y jabón se logró empoderarlas, dándoles voz y un sentido de pertenencia que les ayudó a superar las dificultades posdesastre. Esto es clave para que las soluciones no dependan solo de la ayuda externa, sino también de la propia capacidad de las comunidades para organizarse y prosperar”.

Visibilidad

—¿Cómo ve el futuro de las mujeres en la Costa Chica y qué esperan lograr en los próximos años?

—El futuro de esas mujeres es prometedor, aunque aún queda mucho trabajo por hacer. La organización espera seguir empoderando a las mujeres, fortaleciendo sus capacidades para ocupar cargos de liderazgo y promoviendo un cambio en las estructuras de poder a nivel local. También seguir trabajando en la visibilidad de la región, para que las comunidades reciban el reconocimiento que merecen tanto a nivel nacional como internacional. El objetivo es que las mujeres sigan siendo una parte fundamental en la toma de decisiones y que sus voces se escuchen en todos los espacios.

Sin embargo, señalan, son conscientes de que los cambios no serán rápidos y que se necesita un esfuerzo continuo para lograr una transformación profunda.