PENSAMIENTO ÚNICO

“Un rumbo definido”.

Sergio Sarmiento
Columnas
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Para el presidente López Obrador lo que importa es mantener la unidad de su movimiento. Se entiende. La derrota en Coahuila ha pesado en su mente y no quiere perder la elección de 2024. También desea, sin embargo, unidad de pensamiento. Y esto es mucho más inquietante.

Para aspirar a la candidatura a la Presidencia por Morena se requiere “respetar y asumir los principios de la Cuarta Transformación”. Los suspirantes tendrán que evitar “debates públicos y polémicas, acciones de desprestigio, descalificación o agresión entre aspirantes”. Deberán también evitar “asistir a medios reaccionarios, conservadores, adversarios de la Cuarta Transformación y partidarios del viejo régimen”.

El presidente ha insistido que no piensa reelegirse y lo está cumpliendo. No solo ha lanzado ya una contienda por la candidatura de Morena a la Presidencia, sino que se ha adelantado a los tiempos que señala la ley. Dice que al terminar su mandato se retirará a su rancho en Palenque, aunque supuestamente ya no es su rancho y no se registra en su declaración patrimonial. También rechaza que desee constituir un maximato.

Muchas de las medidas que está tomando en esta sucesión, sin embargo, sugieren que quiere fijar un rumbo definido a sus sucesores. Por eso les exige lealtad absoluta a las posiciones de la 4T, que no son otras que las suyas, y por eso les pide evitar debates públicos y polémicas, críticas a su gobierno o entrevistas con medios que considera enemigos.

Sin ser realmente un dictador, López Obrador busca una unidad de pensamiento que en el pasado han pretendido algunos de los grandes tiranos de la historia. Este intento es parte de una actitud de desprecio por la riqueza que genera la diversidad.

Énfasis

La diversidad de pensamiento, el respeto a los puntos de vista de los demás, es una de las características fundamentales del liberalismo. Donde hay libertad de pensamiento hay innovación. “El autoritarismo atrae, simplemente, a la gente que no puede tolerar la diversidad… Desconfía de la gente con ideas diferentes”, ha escrito Anne Applebaum en su libro The Twilight of Democracy.

López Obrador se enorgullece de ser un seguidor de los liberales del siglo XIX, entre ellos Benito Juárez, y se presenta como fundador de un movimiento progresista. Su obsesión con la unidad de pensamiento, sin embargo, es profundamente conservadora. Lo peor es que con este énfasis debilita a su propio movimiento. No tengo duda de que algunas de las posiciones del presidente son positivas; pero pretender que todas sus políticas, incluyendo un amplio número de simples ocurrencias, deben quedar como dogma para los siguientes gobernantes, es francamente peligroso.

AMLO dice que no quiere encabezar un maximato, ni escoger a su sucesor por dedazo, pero busca controlar el proceso de sucesión hasta el último detalle. Ha elegido el método de selección por encuestas y ha impuesto la mordaza a cualquier crítica a su gobierno. Ha ordenado que los perdedores ocupen las coordinaciones de Morena en el Congreso y algún cargo importante del nuevo gabinete. Ha anunciado también que, en septiembre de 2024, a un mes de que asuma su sucesor, hará cambios sustanciales en la Constitución aprovechando la mayoría de dos terceras partes que espera obtener en las elecciones federales.

El presidente quiere acotar la libertad de gobernar de su sucesor. Exige absoluto respeto a las políticas que impulsa. No son las posiciones de un liberal.