ZOHRAN MAMDANI: UN MEDIADOR NATO

“Una forma distinta de ejercer el poder”.

Zohran Mamdani
Columnas
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Con esfuerzo genuino y una cercanía poco común en la política, Zohran Mamdani sorprendió al mundo al ganar la elección en una de las ciudades más complejas y simbólicas del planeta: Nueva York.

Su triunfo no fue el de un político tradicional, sino el de un mediador nato, alguien que supo escuchar, conectar y generar confianza en una ciudadanía diversa, cansada y deseosa de cambio.

Su discurso no fue grandilocuente, fue humano. Habló como quien media: con atención, con presencia, con respeto.

Jóvenes de la Generación Z y personas de todas las edades sintieron que, por fin, alguien les hablaba de frente, sin filtros ni promesas vacías.

Su campaña fue austera, pero poderosa: caminatas con sus hijos, videos grabados por él mismo, mensajes directos en redes sociales. La gente sintió que alguien estaba cerca.

Y eso es lo que hace un mediador: acercarse, no imponer. Escuchar, no dominar. Tender puentes, no levantar muros.

En una ciudad tan exigente como Nueva York, donde sobrevivir es ya un acto de resistencia, Mamdani logró algo extraordinario: hacer sentir a las personas vistas, escuchadas, acompañadas.

Herramienta

Este fenómeno no es aislado. Jóvenes de todo el mundo —desde Indonesia hasta Madagascar, desde Perú hasta Marruecos— ondean banderas con símbolos de rebeldía y esperanza. No buscan líderes mesiánicos, sino interlocutores reales, personas que les hablen en su idioma, que reconozcan sus luchas, que les devuelvan la posibilidad de creer en el cambio.

Y ahí está la clave: la mediación como lenguaje del cambio. Así como un mediador acompaña a dos personas en conflicto —en un divorcio, en una compraventa, en una disputa vecinal— para que puedan escucharse y encontrar un punto de encuentro, Mamdani acompañó a una ciudad entera para que se reconociera en su diversidad y se atreviera a imaginar otro futuro.

Las redes sociales, tan criticadas a veces, fueron en este caso el canal de la escucha directa, el espacio donde la mediación se volvió masiva, cotidiana, posible. Mamdani no usó las redes para imponer un mensaje, sino para abrir un diálogo. Y eso, en tiempos de ruido y polarización, es profundamente transformador.

A sus 34 años este nuevo alcalde no solo representa a una generación, sino una forma distinta de ejercer el poder: desde la empatía, la escucha y la cercanía.

Como mediadores no podemos dejar de mirar este fenómeno con esperanza. Porque lo que ocurrió en Nueva York nos recuerda que la mediación no es solo un mecanismo alternativo: es una forma de estar en el mundo.

Ojalá que este espíritu llegue también a nuestras leyes, a nuestras instituciones, a nuestras aulas. Y que en espacios como la Cámara de Diputados, donde se discuten los mecanismos alternativos de solución de conflictos, se reconozca que la mediación no es un trámite: es una herramienta viva para la transformación social.

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