Legado rítmico

Naná siempre creyó en la música como una vía para transformar y mejorar la vida de las personas.

Pablo Reyes
Columnas
Naná Vasconcelos
Foto: Creative Commons

El pasado miércoles 9 de marzo, en un hospital de Recife, falleció el percusionista brasileño Naná Vasconcelos. El músico, de 71 años, estaba internado desde hacía diez días a consecuencia de cáncer de pulmón.

Naná Vasconcelos era todo percusión. Su atrevida experimentación estilística hizo de él un colaborador codiciado de artistas tan variados como el saxofonista argentino Gato Barbieri y los Talking Heads, de Egberto Gismonti y Pat Metheny, por mencionar a unos cuantos.

Juvenal de Holanda Vasconcelos, Naná, como lo bautizó de cariño su abuela, nació en 1944 en la capital del estado de Pernambuco. Decía hacer sonidos, no ritmos, y tocar más cuando no tocaba. En 1970, ya en Río de Janeiro, grabó con Milton Nascimento, al que impresionó haciendo sonar unas cacerolas y sartenes mientras este cantaba su éxito Sentinela.

Al poco tiempo Gato Barbieri le propuso irse con él a grabar a Nueva York. Luego de una gira europea con el saxofonista argentino, Naná decidió quedarse en París. Ahí pasó cinco años antes de volver a Nueva York, época en la que grabó su primer disco, Africadeus, y trabajó con música en una clínica siquiátrica para niños.


Naná siempre creyó en la música como una vía para transformar y mejorar la vida de las personas.

En 1979 fundó el trío Codona con el trompetista de jazz Don Cherry y el tablista Colin Walcott, con quienes publicó tres discos para el sello alemán ECM, que han quedado para la historia.

Herencia

También históricos son los grabados a dúo con el pianista y guitarrista Egberto Gismonti, como el celebrado Dança das cabeças. Los sonidos característicos que hacía con la boca, su marca registrada, pueden encontrarse en grabaciones de Pat Metheny Group, Talking Heads, B. B. King, Jan Garbarek, Jean-Luc Ponty, Jack DeJohnette, Trilok Gurtu y Arto Lindsay, entre muchos otros.

Su nombre aparece en bandas sonoras de películas como Desperately seeking Susan, de Susan Seidelman; Down by law, de Jim Jarmusch, o Amazon, de Mika Kaurismäki, así como en un poco más de 800 producciones discográficas de una interminable y diversa lista de artistas.

Desde María Bethânia, Joyce o Marisa Monte, hasta Caetano Veloso y Gilberto Gil contaron con él en Brasil.

Junto a Gil fue director artístico de las primeras ediciones del Percpan (Panorama Percussivo Mundial), festival ideado en Bahía por la antropóloga Beth Cayres.

También dirigió en la ciudad colonial de Olinda el proyecto ABC das Artes Flor do Mangue con niños de la calle, como una forma de incentivar la educación y la cultura, proyecto que financiaba él mismo, con el dinero ganado en sus giras de conciertos por Europa.

Durante ocho años consecutivos, de 1983 a 1990, Vasconcelos fue elegido como el mejor percusionista del mundo por la revista Downbeat Critics. Descanse en paz.