SOLAMENTE QUERÍA VOLAR

“Un músico con un atractivo más allá de las líneas raciales”.

Pablo Reyes
Columnas
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El difunto rapero DMX luchó contra un mundo que trató de encasillarlo, en sentido figurado y literal, y deja con su partida de este mundo un legado de liberación.

Hace 41 años, en 1980, el Departamento de Justicia de Estados Unidos presentó un caso contra la ciudad de Yonkers argumentando que el suburbio de Nueva York había institucionalizado efectivamente la segregación mediante la política de vivienda y educación.

Yonkers alojaba una parte decente de viviendas para personas de bajos ingresos pero todo se concentraba en los vecindarios de minorías en el lado oeste de la ciudad, creando un círculo vicioso de pobreza y discriminación racial.

Una década antes de este sonado caso el joven Earl Simmons se mudó a Yonkers con su madre y su hermana mayor, con apenas un año de edad. La familia se afincó en un complejo de viviendas para personas de bajos ingresos conocido como Roker, antes de mudarse a otro complejo de viviendas en 80 School Street.

“Yonkers estaba lleno de gente blanca, pero nunca lo sabrías si no ibas a su lado del mundo”, escribe Simmons sobre la segregación racial vivida durante su infancia, en su autobiografía de 2002 intitulada E.A.R.L.

El rapero adoptó el nombre de DMX y desarrolló una carrera prominente, manteniendo un legado como abanderado del “rap valiente”, que en este caso se refiere al alto contenido de crítica social de sus letras. Su debut con It’s Dark and Hell Is Hot, de 1998, llegó cuando el rapero tenía 28 años y “sangraba” por las experiencias que lo moldearon. “Camina en mis zapatos, lastima tus pies./ Entonces sabrás por qué llevo la suciedad de la calle”, rapea el artista en el clásico tema Look Thru My Eyes.

Y en Stop Being Greedy DMX ofrece un pliego petitorio, casi como precursor de la campaña de redistribución de la riqueza del senador y exaspirante a la Presidencia de Estados Unidos, Bernie Sanders: “Todos han estado comiendo lo suficiente, ahora dejen de ser codiciosos./ Solo manténgalos como socios reales, pero den a los necesitados”.

Fe

Además de ofrecer mensajes claros y directos desde las calles su fe interminable hizo que sus presentaciones en vivo, que se sabía que marcaba con una oración, fueran algo más parecido a un avivamiento pentecostal que a un espectáculo de rap.

Slippin, de su segundo álbum de 1998 Flesh of My Flesh, Blood of My Blood, sigue siendo un ejemplo perdurable del potencial del rap para sanar.

En el caso de DMX de 2018 por evasión de impuestos la canción se tocó en la corte para proporcionar un contexto para las luchas que había experimentado en su vida. “En esa sala del tribunal se podía escuchar hasta la caída de un alfiler”, dijo su abogado, Murray Richman, en aquel entonces para NBC Noticias.

DMX desafió la categorización fácil: un hombre afroamericano clasificado por su raza como criminal y, sin embargo, con un endurecido corazón de oro. Un cristiano devoto con demonios que luchó al aire libre. Un músico con un atractivo más allá de las líneas raciales que no se produjo a expensas de la autenticidad.

La tragedia de su vida es cuánto le dio a un mundo que no estaba preparado y no estaba dispuesto a verlo por completo. Descanse en paz DMX (1970-2021).