JOHN GACY

Sergio Pérezgrovas
Columnas
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El propósito del arte es lavar el polvo de la vida cotidiana de nuestras almas.

Pablo Picasso

Las pinturas de J. Gacy son muy curiosas. Algunas de las más conocidas son sus famosos payasos y las portadas de algunos discos, entre los cuales destacan el primer LP de Acid Bath. Quizá su obra más famosa es donde aparece el cantante de punk GG Allin, quien por cierto murió de una sobredosis de heroína (y era todo un personaje que defecaba, orinaba y cantaba desnudo en el escenario).

También colaboró con Glen Meadmore, un músico de cowpunk y artista canadiense que terminó siendo muy cercano a Gacy.
Podríamos pensar que J. Gacy era un artista consumado y respetado por esos músicos. Pues no: John Wayne Gacy fue un asesino serial muy famoso por sus crímenes en los finales de los setenta. Resulta que tenía fascinación por los payasos. De hecho, acudía a hacer servicio comunitario vestido de payaso y lo apodaban Pogo el Payaso. Con el tiempo se le conocería como “el payaso asesino”.
Nació en Chicago en 1942. Fue hijo de un padre alcohólico que siempre lo molestaba por su obesidad y lo golpeaba constantemente, llamándolo “mariquita”. John ocultó su homosexualidad casándose dos veces, la primera en 1964, matrimonio del cual tuvo una hija. Sus segundas nupcias fueron con una divorciada, madre de dos niñas pequeñas.
En 1968 lo metieron a la cárcel por abusar sexualmente de un joven. Fue condenado a diez años, pero logró salir a los 18 meses por buena conducta. Nunca pudo volver a ver a su esposa, a su hija ni a su papá, quien murió cuando estuvo preso.
Su segunda esposa, Carole Hoff, se divorció de él en 1976. Ella sabía que él metía a jóvenes en la casa y tenía relaciones sexuales con ellos. Ese fue el motivo de su ruptura.

John era dueño de una constructora y utilizaba eso para ofrecer trabajo a muchachos de entre 15 y 21 años, casi todos heterosexuales. Los invitaba a su casa, lugar donde los sodomizaba, estrangulaba y luego enterraba en el sótano.
Lo más macabro del caso es que él era considerado un pilar de su comunidad. Tanto así, que una vez fue captado por una cámara con la primera dama Rosalynn Carter, el 6 de mayo de 1978. Ese mismo año comenzaron las sospechas cuando, el 12 de diciembre, desapareció un adolescente de 15 años llamado Robert Piest, al que su madre vio por última vez camino a una entrevista de trabajo con Gacy.
El 23 de diciembre de ese mismo año fue aprehendido y se declaró culpable. En su casa encontraron enterrados 27 cadáveres. Los demás cuerpos, junto con el de Robert, los arrojó al río, puesto que ya no cabían en los cimientos de su casa.

Fue sentenciado a muerte y su ejecución se llevó a cabo el 10 de mayo de 1994 (es que no tenía madre). Durante sus años en prisión realizó las pinturas para los músicos. Yo digo que ellos estaban igual de dañados que él. En las plataformas se pueden encontrar algunos videos que hablan del caso. En Netflix se acaba de estrenar Las cintas de John Wayne Gacy.
Los retratos
En Almoloya de Juárez había un recluso que cumplía cadena perpetua por el asesinato de muchos jóvenes. Llevaba ya varios años en reclusión y se había convertido al cristianismo, según él para redimirse de todos sus pecados.

Comenzó a pintar payasos que se llegaron a vender por 50 mil pesos la pieza. El pintor se volvió famoso y antes de morir hizo una última obra. En el cuadro se veía una silueta cargando un arma. El fondo era totalmente rojo y en el costado superior derecho estaba representada la cara de Tristán.

Debajo del cuadro tenía una inscripción que decía: “Dedicado con admiración a mi libertador, quien me dio las alas para volar”.