LA CAÍDA

“Dignificar el camino de una sobreviviente”.

Sergio Pérezgrovas
Columnas
PELÍCULA LA CAÍDA

Luis Buñuel les decía a sus actores y actrices una frase muy cierta: “No hagas como que haces, haz que haces”. Nada mejor encaja con la frase que la película que protagoniza y produce Karla Souza, La caída.
Por ahí de 2018, cuando #MeToo comenzó a alzar la voz, Karla apareció en muchos lugares por la declaración que hizo sobre el abuso sexual que sufrió a manos de un director de la industria. Nunca dijo el nombre de su abusador, por lo que en vez de una acusación directa el evento se volvió un escándalo en los medios.
Cuatro años después Karla vuelve a alzar la voz una vez más, pero desde lo que ella mejor sabe hacer, que es actuar: La caída es una película de denuncia muy fuerte, no solo de la actriz sino de múltiples mujeres que han sufrido este mal social.

En su relato expone cómo un entrenador con cierto poder (al que interpreta Hernán Mendoza) es acusado de abusar sexualmente de una joven de 14 años. La niña es la pareja de Mariel (Karla Souza) en la plataforma de diez metros para clavados en las Olimpiadas de Atenas.
Mariel recuerda y poco a poco va desbloqueando los recuerdos de su infancia, cuando ella también fue víctima del mismo entrenador.
Antes de realizar el guion de la película Karla investigó a fondo los testimonios de Azul Almazán, una clavadista que en 2018 habló de su experiencia y del abuso que sufrió. La caída se basa, en parte, en la historia de la clavadista mexicana.
Para Karla, quien además de niña fue deportista, no se trataba solo de hacer una cinta de entretenimiento. En una entrevista dijo: “Conocí historias muy inspiradoras, muy valientes, sobre todo de mujeres que alzaron la voz. Me sentí muy comprometida con poder dignificar el camino de una sobreviviente para poder concientizar sobre el abuso y cómo la sociedad nos ha enseñado a normalizarlo”.
La directora, Lucía Puenzo, encontró a una protagonista profundamente involucrada. Karla comenzó a entrenar para tirarse de la plataforma de diez metros. Eso fue uno de los factores que hizo que tomara el proyecto, dijo la cineasta.

Se nota que la mayoría de las tomas en la alberca las hace la misma Karla, quien por cierto lo hace bastante bien. Es pues una muy buena puesta en escena de denuncia.

La actuación de Souza es magistral. Quizá lo único malo de la película es el nivel de producción. La historia se desarrolla en 2004 y la mayoría de las escenas suceden en la Alberca Olímpica de la Ciudad de México. A veces la producción se ve pobre, al igual que la música. Por lo demás, es un extraordinario ejercicio que aplaudo y felicito, tanto por la actuación, como por la historia.

Karla, como decía el buen Buñuel, no hace como que hace: ella hace que hace. Sus facciones reflejan un profundo trabajo interno.
Un secreto
Todas las semanas Tristán llevaba a Lorenza a sus clases de natación en la Alberca Olímpica (que fue abierta al público el 13 de septiembre de 1968 y diseñada por los arquitectos Manuel Rossen Morrison, Antonio Recamier Montes y Edmundo Bringas, con una estructura cóncava porque su techo no se encuentra sostenido por ninguna columna… pero me estoy perdiendo). En los baños alcanzó a escuchar a un hombre en el cuarto contiguo que decía:
—No le digas nada a tu mamá. Es un secreto entre tú y yo. Te juro que te va a gustar, déjate llevar. Solo voy a meterte el dedo y luego todo lo demás, así que quítate el traje de baño.
Tris escuchó a una niña llorar. No aguantó más: corrió a la habitación, tomó a la niña, la vistió y se la llevó con su mamá.
El sospechoso era el entrenador de las niñas. Tris fue a dejar a Lorenza a su casa, buscó la información del sujeto y lo increpó afuera de la alberca. Sacó su pistola y le disparó dos balazos entre el escroto, uno por cada huevo. Luego lo fue a tirar al Hospital 20 de Noviembre, allá por Félix Cuevas. Nadie lo vio. El entrenador nunca regresó a dar clases.