LA SOMBRA DEL CAUDILLO

Históricamente vale mucho la pena leer la novela o, en su defecto, ver la cinta.

Sergio Pérezgrovas
Columnas
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El arte ha de ser, ante todo, un halago a los sentidos.

Martín Luis Guzmán

La sombra del caudillo fue escrita por Martín Luis Guzmán y presentada por entregas entre mayo de 1928 y noviembre de 1929 en dos periódicos de Estados Unidos (La Opinión, de Los Ángeles, y La Prensa, de San Antonio). En México fue originalmente publicada por El Universal, pero incompleta.

El libro terminado lo editó Espasa-Calpe en noviembre de 1929. En Madrid, España, donde Martín vivía, se publicó en la misma fecha pero con contenido diferente ya que el escritor eliminó siete capítulos e inventó un final distinto. Esto nos indica que lo iba escribiendo conforme tenía que hacer sus entregas.

La novela fue al parecer censurada por el gobierno mexicano (Maximato), no así lo publicado en los diarios. Lo mismo ocurrió 30 años después con la versión cinematográfica, que dirigió Julio Bracho con un guion de él y el propio Martín Luis Guzmán. Lo curioso del caso es que Bracho presentó ante la Secretaría de Gobernación el texto, que aprobó el entonces secretario Gustavo Díaz Ordaz.

Tan es así que parte de la filmación se llevó a cabo en el Castillo de Chapultepec y en el mismo Palacio Nacional.

Fue hasta 1990 que, en un homenaje al director, pasaron la película. Yo recuerdo que siendo estudiante mis maestros (muy rojillos todos) hablaban de la cinta, mitificada por los años, como la gran obra de don Julio.

En ella se habla de militares que aluden a Obregón, Calles y Serrano; este último asesinado en Huitzilac por ser fiel opositor de Obregón. Tanto en la película como en el libro la muerte del general es fiel reflejo de la historia real, siendo la única diferencia el nombre del personaje (en la obra se llama Axkaná González).

Históricamente vale mucho la pena leer la novela o, en su defecto, ver la cinta; mucho mejor, estudiar a las dos. (Continuará)

El caudillo

Al padre de Tris le gustaba contarle a su hijo sobre el famoso asesinato de Obregón en el restaurante La Bombilla, ocurrido el 17 de julio de 1928 a manos de José León Toral. Lo curioso del magnicidio es que el perpetrador traía una revólver de seis tiros y, según él, solo pudo disparar una vez en la cara y cinco veces en la espalda y en el muñón; pero según el escritor Francisco Martín Moreno la autopsia realizada a Obregón señalaba que había por lo menos 19 agujeros de bala.

El papá de Tris decía que León Toral era un prodigio. Primero para esconder seis diferentes calibres y, sobre todo (en tono de burla), para accionar él solo las armas.

Fue así como el joven se interesó por la ciencia de la balística y posteriormente se convirtió en el mayor conocedor del tema en toda la policía.