NEOMEXICANISMO

En estos años se dieron transformaciones históricas.

Sergio Pérezgrovas
Columnas
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Todo lo naco es chido.

Botellita de Jerez

En los ochenta se gestó un movimiento fundamentalmente plástico que Patricia Conde, en el periódico unomásuno, bautizó como el neomexicanismo. Este movimiento intentaba reivindicar el ejercicio de la pintura frente al conceptualismo de los setenta y la Generación de la Ruptura (Vicente Rojo, Manuel Felguérez, José Luis Cuevas, Lilia Carrillo, etcétera).

La señora Conde consideró que esta corriente, más que un movimiento definido, devino en un fenómeno “incidental”.

Aquel movimiento constó de la reinterpretación de clichés provenientes del pasado y la recontextualización en lenguajes totalmente contemporáneos. Destacaron Germán Venegas, Julio Galán, Javier de la Garza, Dulce María Núñez y Marisa Lara, entre otros.

En estos años se dieron transformaciones históricas y se acabó el mal llamado “milagro mexicano” por el colapso financiero y el final del socialismo.

A la par hay dos personajes que sin pertenecer a esta corriente (bastante corriente) también fueron sumamente importantes en la época. Me refiero a Laura Esquivel y su obra Como agua para chocolate, escrita por el año de 1987, y Regina, de Antonio Velasco Piña. La primera considerada como realismo mágico y la segunda como literatura mística, hablan de un México que suena a nuevo aunque ya se fue y dan sentido a la vida de los mexicanos. Todo esto para crear la identidad que hoy prevalece.

Pregúntese cómo en un partido de futbol encontramos a gente enmascarada de El Santo, Blue Demon o playeras con la figura de Frida o el logotipo de los Juegos Olímpicos del 68, por poner algunos ejemplos.

Yo digo que hoy el mexicanismo es, además de una expresión popular, una parte de la idiosincrasia de los nuevos mexicanos.

Por cierto, el 27 de septiembre es la consumación de la independencia: el 15 era el cumple de Porfirio Díaz Mori. Lo que celebramos es su onomástico. “Viva México, cabrones”.

El nuevo orden

En la zona de La Merced uno puede encontrar cualquier tipo de expresiones artísticas: máscaras de luchadores, bolsas del mandado con caras de Frida, etcétera. En un puesto que tenía todas esas representaciones hubo un robo y un muerto. Detrás del mostrador había una caja fuerte abierta. Junto a la pieza estaban el muerto y la viuda.

Tris llegó y vio la escena. Se detuvo un momento y preguntó a la viuda:

—¿Quién hizo esto?

La mujer no pudo contestar, estaba ida. Luego preguntó a uno de los locatarios y este contestó:

—Tenía guardado el difunto como 100 mil del águila y alguien lo vio guardarlo y le dieron un pitazo a la banda de malandros Los Mierdas Punk. Vinieron con una fusca, le apuntaron para que abriera la caja y una vez con el dinero le descargaron el plomo.

Tris tendría que buscar a los integrantes de la banda.