NURÉYEV

“Se codeaba con famosos como Jackie Kennedy y Andy Warhol”.

Sergio Pérezgrovas
Columnas
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La danza es el lenguaje oculto del alma.

Martha Graham

Rudolf Nuréyev nació en un tren mientras su madre viajaba para encontrarse con su padre en 1938. Creció en un pueblito cerca de Ufá, en la República de Bashkorostán. De niño su madre lo alentó para bailar danzas folklóricas originarias de su tierra.
Debido al deterioro de la vida cultural a causa de la Segunda Guerra Mundial, Nuréyev no pudo comenzar sus estudios en una buena escuela de danza, pero en 1955 lo enviaron a la Academia Vagánova de Ballet, dependiente del famoso Ballet Kírov. Ya en Leningrado, fue alumno destacado del famoso coreógrafo Pushkin.
Para 1961, a los 22 años, su vida cambió radicalmente cuando se convirtió en el primer bailarín del Kírov debido a que Konstantín Serguéyev tuvo un accidente y a Rudolf lo eligieron para sustituirlo en París. Su actuación hipnotizó al público y, sobre todo, a la crítica.
Pero hagamos memoria: en esa época la Unión Soviética estaba en la famosa Guerra Fría con Estados Unidos, cuando afirmaban que ellos eran mejores, más cultos y más adelantados en la ciencia. Basta recordar que el cosmonauta Yuri Gagarin, el 12 de abril de ese mismo año, fue el primer ser humano en viajar al espacio exterior.
Nikita Kruschev gustaba de mostrar al mundo los avances soviéticos y tenía dos grandes figuras: una era Gagarin y la otra Nuréyev.
Pero al buen Rudolf le gustaba la fiesta, así que cuando viajó a París no se portó muy bien que digamos: trasnochó toda la gira tanto, que llegó a oídos del mandatario Kruschev. Estando en el aeropuerto de regreso a su patria, a Nuréyev no lo dejaron subirse al avión con sus compañeros y le avisaron que viajaría a Moscú. En ese momento pidió asilo político. Una semana más tarde ya tenía trabajo en el Grand Ballet du Marquis y bailando La Bella Durmiente, convirtiéndose inmediatamente en una celebridad.

Dicen que Kruschev estaba furioso porque una de sus cartas fuertes desertó en sus narices, haciéndolo quedar como un pendejo, por decir lo menos.
Rudolf, en Dinamarca, se enamoró del más grande bailarín de aquel momento, Erik Bruhn, con quien mantuvo un tórrido romance durante años. Por ese tiempo también conoció a la primera bailarina británica Margot Fonteyn. Con ella tuvo una gran relación de trabajo y amistad.
Hizo una aparición especial en el Show de los Muppets, lo que lo catapultó a la fama internacional. Se codeaba con famosos como Jackie Kennedy y Andy Warhol, entre otros.
Para el año 1971 el destituido Kruschev murió en el olvido, pero dicen sus biógrafos que hasta el día de su muerte odió haber puesto a Nuréyev en el avión donde el bailarín viajó a París.
Nuréyev murió de sida en 1993, cuando tenía 53 años. Al parecer, dicen, disfrutó mucho de la vida.
El bailarín
Ensayaban La Bella Durmiente en el Palacio de Bellas Artes. El primer bailarín hacía unos movimientos cuando se escuchó un ruido en la tramoya del teatro. Cayó sin previo aviso una lámpara que fue a incrustarse en la cabeza del danzante. Murió en segundos.

Como siempre, llamaron al buen Tris. Cuando vio la escena del crimen supo que no fue un accidente. Pidió bajar la vara y notó que habían cortado los cables de la lámpara. En los camerinos había mucha expectación porque ese día era la presentación.

Se enteró que días antes hubo una disputa por quién bailaría. Eran dos posibles: el muerto y Jaime Ortega, otro bailarín que estaba en la misma compañía.

Cuando lo entrevistó, Tris se dio cuenta de que en la mano derecha tenía una cortada y cuando le preguntó por ella Jaime empezó a sudar y se puso muy nervioso. Bastó que la fiel compañera de Tris, la Bulldog, le apuntara en la cabeza para que confesara el crimen.