SONTAG

“Siempre intentó, desde una perspectiva existencialista, hacer pensar al otro”.

Sergio Pérezgrovas
Columnas
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La única diferencia entre las personas es la inteligencia.

Susan Sontag

El 28 de diciembre de 2004 murió de leucemia Susan Rosenblat, mejor conocida como Susan Sontag, después de pasar por otras tres cruzadas contra el cáncer. Ella fue una novelista, ensayista, filósofa, directora de cine, profesora y guionista estadunidense de origen judío.
Pero además de su prolífica carrera fue una mujer de convicciones, una activista que participó en varios conflictos de su época.
Nació en Nueva York el 16 de enero de 1933. Su padre era comerciante en China, donde murió cuando ella tenía cinco años.

Su madre se casó siete años después con Nathan Sontag. Susan y su hermana Judith adoptaron el apellido.

La familia viajó a Tucson y luego a Los Ángeles, donde se graduó a la edad de 15 años. Pasó por varias universidades, como Berkeley, Oxford, La Universidad de Chicago y la Universidad de París.
A los 17 años conoció a Philip Rieff y después de diez días se casaron. Él era mucho mayor que ella, además de ser maestro. Tuvieron un hijo, David Rieff, quien con los años se convirtió en su editor. El matrimonio duró ocho años y cuando se separaron ella comenzó a tener relaciones con hombres y mujeres: Harriet Sohmers Zwerlin, la dramaturga cubana María Irene Fornés y el poeta Joseph Brodsky. O sea, le daba lo mismo con quién se acostaba, pero su círculo más cercano decía que no quería salir del clóset.

En su primera novela, El benefactor, deja entrever su homosexualidad, pero como el libro es bastante complicado la gente no lo percibió así.
Algunos de sus temas principales fueron la soledad y sus enfermedades. Publicó La enfermedad y sus metáforas, ensayo que amplió años más tarde con El sida y sus metáforas. Ella vio morir a un sinnúmero de amigos.
Durante los noventa viajó a Sarajevo y ahí, en plena guerra, dirigió la obra de teatro Esperando a Godot, escrita en los cuarenta por Samuel Beckett, perteneciente al teatro del absurdo. Esta puesta le valió ser nombrada Ciudadano Honorario de Sarajevo.
Tanto sus novelas como sus ensayos y películas son de una sutil complejidad (como quien dice, no aptas para pendejos) y poco entendibles, aunque ella gozó siempre de una reputación impecable como dramaturga y escritora.
Amante de la lente, escribió el ensayo Sobre la fotografía. Le encantaba que le tomaran fotos. La vanidad y su belleza irradiaban las cámaras.
Siempre intentó, desde una perspectiva existencialista, hacer pensar al otro.
Criticó severamente las actividades de su país en Oriente Medio y se preguntó en una entrevista si el atentado contra las Torres Gemelas no tenía que ver con la política exterior norteamericana. Esto le trajo grandes críticas y campañas en contra que incluyeron un pedido para que las empresas no la auspiciaran en medios ni publicaran sus artículos. Hay un documental en HBO bastante bueno, denso y con muchas de sus fotografías y entrevistas. Vale la pena echarle un vistazo.
La morgue
Tris bajó a la morgue y encontró al forense cogiéndose el cadáver de una mujer.
––¿Qué haces? ¡Eres un sucio! ¿Cómo se te ocurre? —exclamó Tristán, quien no cabía en sí del asombro.
––¿Qué querías que hiciera? Ella estaba ahí acostada… y desnuda.
––¡La autopsia, pendejo!
Era la hippie que encontró muerta por una sobredosis de LSD hacía algunos meses y quien parecía tener 19 años, aunque en realidad sus órganos internos eran de una persona de 80.
Al abrirla el forense nunca más volvió a tocar ningún cuerpo. Tris estuvo ahí para vigilarlo.