Abusos y costumbres

Lo que debemos hacer es tomar nota de la discriminación tan profunda que existe todavía en el país y nunca ceder ante ella.

Debemos impedir que se le niegue a cualquier mujer la educación o cualquier otro derecho
Foto: NTX
Columnas
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Domingo Gómez Díaz, presidente del patronato de agua potable de San Juan Chamula, en Chiapas, expresó en una reunión pública su oposición a que el Instituto Nacional de Educación para Adultos (INEA) entregara diplomas de secundaria a un grupo de 67 mujeres indígenas adultas de la comunidad de Nichnamtic que habían completado sus estudios.

Este líder chamula afirmó que “da vergüenza que las mujeres embarazadas estudien, pues sólo sirven para la cocina y para trabajar en el campo”.

Logró además que se suspendiera la entrega de los diplomas a estas mujeres. Los funcionarios, incluso los del INEA, tienen miedo a enfrentarse a los “usos y costumbres” de las comunidades indígenas.

En esta ocasión las mujeres no estuvieron dispuestas a permitir el abuso de un varón y presentaron una queja ante las autoridades de Chiapas. El gobierno del estado se ha deslindado de la posición de líder chamula y ha expresado su respeto a los derechos de las mujeres. De hecho, el secretario de gobierno, Noé Castañón León, ha señalado que está poniendo en marcha “políticas públicas que permitan reducir la brecha de género en temas fundamentales como es la educación”.

Más que un villano, Gómez Díaz es una simple víctima de su circunstancia: este hombre no hace más que reflejar un prejuicio muy común en las sociedades indígenas, no solo de Chiapas sino de otras regiones del país. La misoginia es producto de la ignorancia.

Lo que es inaceptable es que un desplante de discriminación tan abierto sea aceptado por autoridades de otro tipo y se suspenda la entrega de diplomas a mujeres.

Muchos líderes políticos de comunidades rurales de nuestro país han utilizado los llamados usos y costumbres para simplemente promover sus intereses personales y discriminar a quien representa una amenaza. Uno puede entender que estos caciques se nieguen a aceptar la igualdad de todas las personas y discriminen abiertamente a las mujeres. Lo que sorprende es que haya todavía grupos que se dicen “progresistas” que defienden los usos y costumbres y que han presionado al gobierno y al Congreso para entronizarlos en la Constitución. Recordará usted el respaldo que recibió el subcomandante Marcos en sus esfuerzos por imponer un régimen político basado en los usos y costumbres.

Derechos

Muchas de las mujeres indígenas que sufren la opresión de los hombres en las comunidades más marginadas del país tienen una idea completamente distinta. Eufrosina Cruz, a quien se impidió ser presidenta municipal de su pueblo oaxaqueño de Quiegolani por el hecho de ser mujer, lo entendió mejor que nadie al calificarlos de “abusos y costumbres”.

Hay quien quiere crucificar a Domingo Gómez Díaz por sus palabras. Pero de nada sirve ejercer una censura. Lo que debemos hacer es tomar nota de la discriminación tan profunda que existe todavía en el país y nunca ceder ante ella. Dejemos que los misóginos sigan viviendo en su ignorancia.

Como sociedad lo que debemos hacer es impedir que se le niegue a cualquier mujer la educación o cualquier otro derecho solamente porque hay hombres que buscan defender sus privilegios argumentando que esto lo ordenan los usos y costumbres.

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