El fallo de la Primera Sala de la Suprema Corte que otorgó el amparo de la justicia federal a un grupo de personas que pidieron autorización para cultivar marihuana para consumo personal, ha lanzado un proceso de debate y quizá de legalización futura que ya no se puede detener.
No es que el proceso sea popular. Las encuestas sugieren que la mayoría de los mexicanos quieren que siga la prohibición y la guerra contra los enervantes, a pesar de la violencia y de los pocos resultados del esfuerzo. El propio presidente de la República, Enrique Peña Nieto, advirtió que él no está de acuerdo en la legalización de la marihuana, pese a lo cual dio instrucciones a la Secretaría de Gobernación para comenzar un debate de fondo sobre el tema.
El debate, sin embargo, se está dando no solo a nivel nacional sino también internacional. La propia Organización de Naciones Unidas ha decidido adelantar la sesión especial sobre drogas que estaba programada originalmente para 2019 y que ahora ha sido programada para abril de 2016.
La decisión de adelantar la cumbre se tomó en 2012, hay que recordar, a instancias de México, durante el gobierno de Felipe Calderón, así como de Guatemala y Colombia. Calderón, quien había sido un firme promotor de la guerra contra las drogas, cambió entonces aparentemente de posición después de los actos de violencia en los últimos años de su gobierno y en especial tras la quema del Casino Royale de Monterrey, que dejó 52 muertos.
El 26 de agosto de 2011, inmediatamente después del incendio del Casino Royale, el ex presidente Calderón dijo que si los estadunidenses “están decididos y resignados a consumir drogas, (que) busquen, entonces, alternativas de mercado que cancelen las estratosféricas ganancias de los criminales”. Para el 27 de septiembre de 2012, cuando se presentó por última vez en la Asamblea General de la ONU para pedir que se adelantara la cumbre de las drogas, el tono de Calderón era ya más claro y decidido: si los países consumidores no pueden reducir el consumo, señaló, “entonces tienen la obligación moral de explorar todas las alternativas para eliminar las estratosféricas ganancias de los criminales, incluyendo explorar las opciones regulatorias o de mercado… Hoy propongo, formalmente, que esta, nuestra Organización de Naciones Unidas, se comprometa en el tema, que haga una valoración profunda de los alcances y de los límites del actual enfoque prohibicionista en materia de drogas”.
Posición
Los tres presidentes previos de México mantuvieron una política de represión a la producción, consumo y comercio de enervantes sin tener éxito en reducir ninguno de estos indicadores.
Cuando menos dos, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, hoy defienden abiertamente la legalización.
Calderón, si bien no ha apoyado de manera abierta esta propuesta, reveló su frustración ante la política represiva en los discursos de 2011 y 2012 que ya he citado.
No sé cuál será la posición de Peña Nieto al terminar su sexenio. Debo reconocerle, sin embargo, que a pesar de que hasta ahora dice que no está de acuerdo con la legalización, y pese a que ni el debate ni la legalización son políticamente rentables, ha propuesto que se haga un debate a fondo. Lo que surja de esta discusión, supongo, será la posición de México en la cumbre de Naciones Unidas sobre las drogas que se realizará en abril de 2016 a instancias de nuestro país.