El impune homicidio del News Divine

Memorial a las víctimas del News Divine
Foto: Cuartoscuro
Columnas
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La primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación decidió, por cuatro votos contra uno, ordenar la liberación de diez policías y una jefa de sección que se encontraban en proceso por la muerte de doce personas, la mayoría jóvenes, en un operativo en la discoteca News Divine el 20 de junio de 2008.

El ministro ponente, Arturo Zaldívar, presentó a sus colegas información suficiente como para considerar que los acusados no causaron realmente la muerte de esas doce personas.

Las órdenes de la policía eran establecer un muro humano de contención para evitar que escaparan unos jóvenes que estaban siendo detenidos y colocados en vehículos policiales.

El operativo policial tenía como propósito ostensible evitar que los jóvenes que acudían a esa discoteca para divertirse tomaran bebidas alcohólicas o enervantes. El objetivo real era detener y extorsionar a los jóvenes o a sus padres. Al final lo que ocurrió fue una tragedia.

El News Divine tenía bastante tiempo de operar con tardeadas para jóvenes. Tanto los empleados como los clientes afirman que el lugar era estricto y limpio. No se servía alcohol a los jóvenes. Grandes anuncios advertían que quienes compraran bebidas alcohólicas debían demostrar ser mayores de edad. Tampoco había un consumo de enervantes, por lo menos evidente.

La policía llegó cuando la fiesta estaba en su apogeo y dio instrucciones al gerente y socio Alfredo Amaya de apagar el sonido y ordenar el desalojo de los jóvenes, no por la puerta principal sino por una salida de emergencia. El gerente obedeció e hizo descender a los clientes por esa salida. En la puerta se encontraba un grupo de policías con instrucciones de detenerlos y colocarlos en unas Julias para transporte de presos.

Nada que ocultar

Sin embargo, eran demasiados los jóvenes y pronto llenaron los vehículos. Se instruyó a la policía para que cerrara la puerta en tanto llegaban más transportes. El negocio de extorsión se perdería si se permitía escapar a los jóvenes.

El negocio tomó un curso inesperado: al cerrar la puerta, mientras los clientes seguían bajando por la escalera, se creó un cuello de botella. Diez jóvenes y dos policías perdieron la vida asfixiados en esa trampa mortal.

Han pasado ya casi siete años de la tragedia del News Divine. La estrategia de las autoridades capitalinas de culpar a inocentes parecía destinada a tener éxito. Quienes ordenaron la realización del operativo no han sido procesados. Sin embargo, los policías de bajo rango a los que se pretendió responsabilizar están siendo liberados por un fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El único castigado por este crimen de la autoridad es el gerente Amaya y los dueños del local. Si bien Amaya no ordenó el operativo, ni dio las instrucciones para cerrar la puerta de emergencia y crear el cuello de botella, a él se le echó la culpa.

Como ningún tribunal habría condenado a Amaya por homicidio, se le acusó de “perversión de menores”. Aun cuando el lugar tenía reglas para no servir alcohol a menores, al parecer cuando menos dos habían bebido alguna cerveza, no se sabe si en el lugar o antes de llegar a él. A Amaya primero se le condenó a 20 años de cárcel y después se le subió la pena a 29. El local fue confiscado por el Gobierno del Distrito Federal, supuestamente para crear un memorial en honor a los fallecidos.

El mejor memorial sería hacer justicia. Habría que definir quién dio la orden de hacer el operativo y quién ordenó que se cerrara la puerta de escape. Los que tomaron estas decisiones, además de ser responsables de extorsión y abuso de autoridad, son culpables de homicidio.

Alfredo Amaya debe ser liberado y considerado como lo que es: un simple chivo expiatorio. Miguel Ángel Mancera, el actual jefe de gobierno, le debe su posición actual a esa tragedia. La destitución de su predecesor por lo acontecido esa tarde-noche le permitió convertirse en procurador de la Ciudad de México y empezar el camino que lo llevaría a la jefatura de gobierno. Por eso, quizá, tiene más responsabilidad moral para hacer justicia. Mancera, después de todo, no tiene nada que ocultar.

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