A Raúl Cervantes no le costó mucho trabajo lograr su ratificación como nuevo procurador general de la República.
Cervantes ha sido senador en los últimos años, además de haber sido diputado en dos ocasiones. Fue, de hecho, presidente del Senado de 2013 a 2014. Si alguien sabía qué puertas tocar en el Senado para lograr una rápida ratificación, era él.
De hecho, la decisión del presidente de nombrarlo primero subprocurador, para permitirle cumplir con las responsabilidades de procurador en funciones, casi no tuvo sentido: de su petición de licencia como senador a su ratificación como procurador transcurrieron apenas 48 horas. El nuevo procurador fue confirmado por 81 votos, con solo tres en contra y una abstención.
Cervantes, quien cuenta con un doctorado en Derecho por la Universidad Panamericana, ha tenido una larga trayectoria como abogado y ha sido también empresario. Siempre ha llegado al Congreso por la vía plurinominal. La razón por la cual se le ha buscado para estas elecciones aseguradas es, precisamente, por su habilidad como abogado.
No fue la del 24 de octubre la primera vez que Cervantes pidió licencia como senador. Lo hizo también el 3 de septiembre de 2014 porque quería buscar un cargo como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La información disponible sugiere que no contaba con el respaldo del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, quien le señaló que sería de mayor utilidad para el régimen en el Senado, por lo menos de momento.
El presidente, sin embargo, ha considerado ahora que Cervantes era el reemplazo ideal de Arely Gómez en la Procuraduría General de la República.
La PGR es una de las posiciones más complicadas del gobierno federal. En un país en el que imperan la impunidad y la desconfianza, ser procurador es ser objeto de cuestionamientos constantes. Esto lo hemos visto en la puerta giratoria de procuradores desde hace tiempo. Nada más en este sexenio, el gobierno de Peña Nieto ha tenido tres procuradores.
Responsabilidades
Al nuevo procurador le tocará continuar casos importantes, en particular el secuestro y presunto homicidio de los 43 de Ayotzinapa. No se ve, sin embargo, que un nuevo titular de la PGR pueda aportar más datos a una investigación que ha sido ya muy extensa. La función del procurador en este caso será más política que de indagación.
Le tocará también conducir las investigaciones en torno de los presuntos actos de corrupción del gobernador con licencia de Veracruz, Javier Duarte.
Quizá su función más importante, sin embargo, sea concluir la transición a un sistema penal acusatorio y la creación de una fiscalía general que reemplace a la actual procuraduría. El tema es mucho menos llamativo para los medios de comunicación, pero más trascendente en el mediano plazo.
Una vez que concluya la transformación, Cervantes bien puede quedar como el nuevo fiscal. Será una responsabilidad transexenal de nueve años. Si Cervantes había buscado esto al pretender un asiento en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo podría obtener como fiscal.
La gran pregunta es si el nuevo sistema ayudará a cambiar la percepción negativa que los mexicanos tenemos de la justicia. Los habitantes del país simplemente no creen que exista justicia aquí. El daño que hace esta desconfianza es enorme. El nuevo procurador, o fiscal, tendrá una enorme responsabilidad en el esfuerzo por construir una mayor confianza en el sistema de justicia.