El Banco de México ha tenido que subir su tasa de interés de referencia por tercera ocasión en el año. Este jueves 29 de septiembre la elevó de 4.25 a 4.75%, pero en 2016 ha habido otras alzas desde el nivel de 3.2% del inicio del año.
Mientras México ha elevado su tasa en 1.25 puntos porcentuales en este 2016, la Reserva Federal de Estados Unidos ha mantenido la suya en un rango de 0.25 a 0.5% durante todo el año, aunque la elevó en un cuarto de punto porcentual en diciembre de 2015.
Otros bancos centrales, como el de Japón o el de Europa, también están manteniendo tasas de interés a niveles históricamente bajos o incluso negativos. Japón ratificó su tasa negativa, de -0.1%, lo que significa que el inversionista tiene que pagar una pequeña penalización por tener dinero en bonos gubernamentales japoneses, mientras que el Banco Central Europeo mantiene la del euro en -0.4 por ciento.
Las tasas de interés reales, una vez descontada la inflación, bajaron de 4 a 2% real en las economías de los países del G-7 de 1985 a 2008, sin contar a Italia. Desde el inicio de 2008 estas tasas han bajado a un promedio de -0.5%. ¿Por qué en este entorno el Banco de México ha tenido que elevar su tasa de interés?
La razón es que el gobierno mexicano ha venido gastando más de lo que tiene desde hace años. Si bien nuestro país tuvo una crisis en los años ochentas que llevó la deuda pública a un nivel superior a 100% del Producto Interno Bruto, para 2007 el gobierno había logrado reducirla a solo 21%. Desde entonces, sin embargo, la deuda pública no ha hecho sino crecer y hoy se encuentra a un nivel cercano a 50% del PIB.
Pero el problema no es el nivel, sino la velocidad con la que ha crecido. Esto es lo que ha llevado a las calificadoras internacionales a bajar la perspectiva de las finanzas públicas mexicanas.
Esfuerzos
El gobierno de la República ha anunciado un recorte de 239 mil millones de pesos para 2017, que se refleja en una disminución real de 1.7%. Aun así, el déficit de presupuesto será de 2.9% del Producto Interno Bruto. La deuda, por lo tanto, seguirá creciendo. De hecho, el presupuesto calcula que el año que viene el rubro con mayor crecimiento del gasto público será el servicio financiero de la deuda, que tendrá un alza de 18.9 por ciento.
El peso ha venido reflejando la mala situación de las finanzas públicas. Lo peor de todo es que cada depreciación del peso se refleja en un incremento de la importancia para la economía de la porción de la deuda denominada en dólares.
Elevar las tasas de interés es una forma de tranquilizar a los mercados y de impedir que continúe el deterioro de un peso ya subvaluado. Una mayor depreciación tendría posibles consecuencias en la inflación y afectaría la posición de muchas empresas mexicanas que compran insumos en dólares y venden en pesos. Pero el deterioro y la desconfianza que se han acumulado son ya demasiado grandes. Por eso el peso no se ha fortalecido pese al alza de las tasas de interés del 29 de septiembre y de los meses anteriores.
Tanto el Banco de México como la Secretaría de Hacienda tendrán que hacer esfuerzos adicionales para restablecer la confianza. Quizás el alza de las tasas de interés no sea ya suficiente. Es posible que se necesiten recortes adicionales en el gasto público.