Algunos la llaman la espotiza. Es la avalancha de propaganda en radio y televisión a la que diariamente nos someten los partidos. Toda emisora mexicana de radio y televisión abiertas tiene la obligación de emitir 96 spots de propaganda política cada día entre las seis de la mañana y las doce de la noche. En total son 48 minutos diarios que se convierten en más de 20 millones de spots que representan un golpeteo constante e inmisericorde a los ciudadanos por parte de partidos y organizaciones que viven del presupuesto público electoral.
Ni las empresas más ricas del mundo podrían pagar una campaña similar. Las emisoras de radio y televisión no reciben un centavo por estos anuncios. Los partidos simplemente confiscaron el tiempo sin pagar indemnización.
La espotiza no solo es molesta sino también costosa. Un estudio de Integralia Consultores señala que solo para las emisoras del Distrito Federal y el Estado de México estos spots tienen un costo comercial de 15 mil 800 millones de pesos.
Lo peor es que la emisión masiva de propaganda contradictoria y muchas veces mal realizada suele ser un desperdicio. Pocos mensajes quedan claros en la mente del elector. El golpeteo constante, en cambio, irrita a la población.
En la frontera norte este lastre de propaganda pone en riesgo la supervivencia de las emisoras mexicanas, que tienen que competir con programación que se origina en Estados Unidos tanto en inglés como en español. La gran diferencia hoy entre las emisiones mexicanas y las estadunidenses es que las nuestras tienen que cargar con este lastre de propaganda.
Las radiodifusoras mexicanas que transmiten en inglés para el mercado de Estados Unidos, por ejemplo, tienen que ofrecer los spots de los partidos mexicanos pese a que su público estadunidense no los entiende aunque se traduzcan al inglés. Si queríamos demostrar al público extranjero que México sigue siendo un país atrasado y autoritario, basta con que escuchen las emisiones de radio que se originan en nuestro país.
Cansancio
Para las emisoras en el resto de la República el problema es que cada vez más personas prefieren sintonizar programación extranjera o servicios de música. En la televisión de paga los canales extranjeros no tienen que llevar la pesada carga de spots, por lo que en automático se vuelven más atractivos que los mexicanos.
Mucha gente que antes escuchaba radio en sus vehículos hoy prefiere oír música en CD o dispositivos electrónicos, con tal de escapar de la propaganda política.
La espotiza fue una venganza de los políticos frente a los medios de comunicación, a los que acusaban de criticarlos. Los líderes de los partidos querían la oportunidad de dirigirse directamente a los ciudadanos sin pasar por entrevistas o noticiarios independientes y sin tener que pagar por los valiosos tiempos de radio y televisión.
Lo interesante es que esta confiscación de tiempo para propaganda no ha servido para mejorar la imagen de los políticos o de los partidos: las encuestas de opinión señalan que la población está cada vez más cansada de la clase política, a la que percibe como un grupo parasitario. El intento de lavado de cerebro a través de spots no ha servido para el propósito de convencernos a los ciudadanos de que tenemos políticos eficientes y honrados.